COMPARTIR

En este mundo no hay mayor placer que el que
compartes como no hay dolor más suave que el que se vive a dos.

Los hombres somos animales de mala compañía hasta
que encontramos aquel o aquella que hace que sobrellevemos todo aquello que
nos era insoportable y que disfrutemos más aquello que nos era agradable.

El que no sabe compartir se pierde la esencia del
amor porque cuando compartes no esperas nada a cambio, lo das todo y recibes
más.

A veces el tiempo nos disputa nuestros privilegios y
acabamos convenciéndonos de que no es necesario compartir o peor, que aquel
o aquella con quién compartíamos nos ha robado los mejores momentos de
nuestra vida cuando en realidad sin él o ella estos años nunca hubieran sido
llevaderos. El olvido y la monotonía son asesinos traicioneros de nuestro
bienestar porque nos hacen creer que solos estaremos mejor, que no nos
merecen obviando lo más importante: ¿y no nosotros nos los merecemos?

Compartir es un privilegio pero los hombres lo hemos
transformado en una carga. El egoísmo y el hedonismo reinan en nuestra
sociedad hasta tal punto que uno de sus principales lemas y ansias es “ser
feliz”. No hacer feliz solo “ser feliz” y ¿cómo puede ser feliz aquel que
ignora al que tiene a su lado?

Jesús compartió su vida y su amor por y para
nosotros. Nos enseñó el camino a seguir. No estamos solos, no dejemos a los
demás que lo estén. Familia, amigos, hermanos pero también aquellos
desconocidos que cuando los miras por la calle te claman su soledad. Una
sonrisa no es tan difícil compartir, ¿o sí?

¿Mejor solo que mal acompañado? Eso decimos con
ligereza pero que habría pasado si Jesús lo hubiera aplicado. Cuando decimos
tales obviedades solo estamos pensando en nosotros mismos porque de lo
contrario estaríamos buscando en cómo ayudar a nuestras malas compañías a
compartir buenas alegrías. El amor todo lo puede.

Hagamos que este día sea un día de amor y
compartamos, seguro será diferente y nosotros también lo seremos.
“21 El ojo no puede decirle a la mano: «No te
necesito.» Ni puede la cabeza decir a los pies: «No os necesito.» 22 Al
contrario, los miembros del cuerpo que parecen más débiles son
indispensables, 23 y a los que nos parecen menos honrosos los tratamos con
honra especial. Y se trata con especial modestia a los miembros que nos
parecen menos presentables, 24 mientras que los más presentables no
requieren trato especial. Así Dios ha dispuesto los miembros de nuestro
cuerpo, dando mayor honra a los que menos tenían, 25 a fin de que no haya
división en el cuerpo, sino que sus miembros se preocupen por igual unos por
otros. 26 Si uno de los miembros sufre, los demás comparten su sufrimiento;
y si uno de ellos recibe honor, los demás se alegran con él.” 1Corintios:12
Que Dios os bendiga, Alfons <><

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