El maestro y el alumno paseaban por medio de las calles de la ciudad cuando vieron en la esquina un hombre llorando. Se acercaron a él y el alumno le pregunto:
- “¿Qué te pasa buen hombre que de llorar te hace?”
- “Acabo de perder lo que más preciaba”
- “Bueno, le contestó el alumno, y mirándolo y viendo que era pobre y desganado le dijo, podemos compartir contigo nuestra vestimenta y el almuerzo que llevamos”
- “Gracias, pero no carezco de bienes, he perdido lo que más preciaba”
El alumno miró a su maestro con cara de sorpresa e impotencia y se dirigió de nuevo al hombre:
- “¿Que podemos hacer buen hombre para ayudarte, y viendo su rostro triste y su mirada perdida le dijo, quieres que te llevemos a algún sitio, necesitas dinero? “
- “Gracias, pero no carezco de medios, he perdido lo que más preciaba”
Exasperado el alumno se giró hacia su maestro y le dijo:
- “Maestro este hombre no sabe lo que quiere, no se quiere dejar ayudar”
El Maestro le contesto:
- “¿Quién de los dos esta llorando, tú o él?”
- “Él, maestro”
- “¿Quien de los dos necesita ayuda, tú o él?”
- “Él, maestro”
- “Entonces ¿por qué estas intentando ayudarte a ti mismo según lo que sientes por él en lugar de escucharlo para entenderlo y poder ayudarlo?
- La paja se consume rápido pero la viga dura tanto como nuestra ceguera a la hora de enjuiciar situaciones ajenas.
Cuando el hombre juzga, Dios lo condena.
Cuando el hombre acepta su culpa, Dios lo perdona.
-Nunca te olvides de esto, joven, porque será de gran bendición en tu vida y en la de los demás”
“Manzana de oro con figuras de plata es la palabra dicha como conviene” Proverbios 25:11
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