La fidelidad solo existe cuando hay elección, cuando no la hay es esclavitud.
El siervo elige, el esclavo padece.
Pretendemos ser fieles a nuestro Señor y dignos siervos pero, por desgracia, somos a menudo esclavos de nuestros pecados y debilidades.
La gracia y gran misericordia de Dios nos abren la puerta de la salvación. La fe, con la que nos ha obsequiado, nos permite ver aquello que el mundo ciego obvia constantemente y andar en camino angosto de rectitud.
Dios es fiel, nosotros intentamos serlo.
“22 Por la misericordia del Señor no hemos sido consumidos; ¡nunca su misericordia se ha agotado! 23 ¡Grande es su fidelidad, y cada mañana se renueva!” Lamentaciones 3:22-23
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