LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

martes, 2 de octubre de 2012

Un día, una reflexión, un versículo: SOLEDAD

La soledad no es un estado, mas sí un sentimiento por ello sucede que rodeados de gente, es cuando más solos nos sentimos.

La soledad es gritar nuestra desesperación en lo alto de una montaña y que el eco se trague nuestras palabras en un mar de silencio.

La soledad es llorar por dentro y reír por fuera sin que nadie atienda las lágrimas de tu corazón.

La soledad es esperar que nos esperen y no ver a nadie en el andén.

La soledad es no poder disfrutar de las alegrías porque no tenemos a nadie a quien contarlas.

La soledad es vivir de nuestros recuerdos sin poder compartirlos.

La soledad es esperar que nos llamen y esperar que nos contesten, en vano.

La soledad son las cuatro paredes de nuestra vida, hechas de egoísmo, avaricia, insensibilidad, orgullo y abandono. No nos olvidemos que somos los albañiles y moradores de aquello que construimos.

La soledad se hace más fuerte cuando nos hacemos mayores. Hay que cuidar de nuestros ancianos que la padecen porque, si Dios quiere, también nos llegará el atrdecer de nuestra vida.

La soledad es la principal enfermedad de este mundo. Sus síntomas: ansiedad, depresión, hundimiento de uno mismo. Sus raíces: indiferencia, abandono, olvido de los demás. Somos la causa y sufrimos sus efectos, nada nuevo bajo el sol.

Pero no hay soledad que se resista al amor, a la misericordia, a la compasión, al sacrificio de nuestro Señor Jesucristo. Él siempre ha estado, está y estará a nuestro lado aunque no siempre nos percatamos de ello.
Cuanto más solo nos sintamos más cerca está, sustento y fuente de vida para la salvación.

Qué fácil es crear palabras y cuan difícil es hacer que cobren vida.

"5 Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. 2 Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. 3 En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua. 4 Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. 5 Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. 6 Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? 7 Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. 8 Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. 9 Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día. Juan 5:5-9

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