LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

jueves, 17 de mayo de 2018

MALICIA


La malicia nace en la maleza de nuestro corazón. (Anónimo) 

La malicia barre la ingenuidad de la niñez para instalarse el resto de nuestra vida. Es vivero de pecado y alimento para nuestra vanidad.

Uno de los errores más comunes en nuestro comportamiento es aquel que nos lleva a pensar, a actuar, creyendo que somos más listos que los demás en según qué situaciones o incluso en todas. La malicia alimenta esta actitud porque su perversidad nos inclina hacia nuestro ego, olvidándonos de los demás.

Hoy en día la malicia se considera una cualidad porque se atribuye al fruto de la pericia de nuestra mente. La cruda realidad es que solo puede emanar de un corazón tan perverso como sus intenciones.

Quien no se ha sentido decir en alguno momento “no seas crío” como si fuera una tara de nuestro comportamiento o de nuestro pensamiento. Cuando ser ingenuo es entregar nuestra confianza al otro, es creer en su bondad por encima de todo. ¿Es eso un error? Muchos dirán que sí y probablemente acierten (que no tengan razón) en su valoración pero si no somos capaces de confiar en los demás ¿cómo seremos capaces de amar a los demás? Probablemente nos defrauden en muchas ocasiones pero un solo acierto puede justificar una vida, y eso vale todos los riesgos del mundo.

Algunos, por no decir muchos me tildaran de ingenuo. Si es el precio que hay que pagar, SÍ, soy un ingenuo.

La malicia nos arrastra a pensar mal de los demás por concepto, impidiéndonos entender que cuando pensamos mal de los demás estamos acusándonos a nosotros mismos sin excusas posibles.

La malicia se confunde con la sagacidad y es un error común porque si bien la sagacidad es astuta su prudencia le invita constantemente a evitar lo que la malicia le ofrece: el menosprecio ajeno.

Jesús es genuino e ingenuo en el sentido literal: puro, sin malicia, inocente. Nosotros, si ya nos cuesta ser genuinos, la ingenuidad no es negada porque el pecado nos hace culpables y portadores de la malicia que lo aviva, y de nuestra supuesta pureza mejor no hablar.

Jesús quiere que seamos hijos de Dios, que nos entreguemos abandonando el manto de perversidad que el pecado nos ha fabricado. La malicia es uno de los atributos de este lastre y es importante que sepamos combatirla.

Cuanto más se aleja la malicia de nuestras vidas más cerca sentimos la presencia de Jesús. Es tan sencillo como difícil de alcanzar y el camino es negarnos a nosotros mismos para vivir en Jesucristo.

20 Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar. (1 Corintios 14:20)
Que Dios os bendiga, Alfons <><

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