LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

miércoles, 11 de julio de 2018

NADA


Para el hombre la nada siempre ha sido algo o sino ¿por qué decimos nada menos o nada más? (Anónimo) 


Es muy difícil visualizar la nada porque nuestra mente siempre busca llenar el vacío al que nos enfrentamos. Es como si la presencia de la ausencia, y/o la ausencia de la presencia, nos fueran imposibles concebir.

Somos materia por lo que existimos, la filosofía nos invita a reflexionar sobre el porqué de la vida, sobre sus prolegómenos y su finalidad pero ¿y nuestro propósito? ¿Es suficiente mirarnos a nosotros mismos como la justificación de nuestra existencia o bien buscar el camino que nos lleve a descubrir el pasaje angosto que nos lleva a nuestra esencia?

Muchos han definido la muerte como el reino de la nada pero nadie ha podido testificar de él por lo que científicamente no existe o más bien queda por demostrar. Pero por qué buscar conceptos finitos en situaciones que superan nuestro entendimiento. No saber lo que hay no implica que esté colmado de nada. Es más, muchos también han recogido este concepto para decir que la muerte solo es un estado de paso que nos lleva a la reencarnación. Pero todos estos intentos solo pretenden rellenar, justificar el vacío de la nada que intuyen es la muerte.

Todo esto podríamos atrevernos a decir que se entiende porque para el hombre de la nada no sale nada. Y es verdad, pero entonces deberíamos completar esta declaración añadiendo que si bien es así para el ser humano, para Dios, de la nada hizo la creación.

Nuestras mentes son muy reacias a aceptar aquello que no podemos entender y menos comprender. Nuestro ego clama un derecho que no puede asumir porque no hay mente preparada para integrar lo infinito, la eternidad. Porque somos limitados por el mero hecho de existir y no ser.

Dios en su infinita sabiduría nos dio, nos da, y nos dará siempre una opción para que podamos convivir con aquello que nuestra mente no puede integrar, y se llama: fe.

La fe es la única respuesta a la nada, lo único que puede llenar su vacío. No es casualidad que nuestra salvación dependa más de ella que de nuestras obras porque si bien no está a nuestro alcance hacer que el balance de nuestra vida sea bueno sí depende de nosotros que elijamos con humildad y obediencia aceptar a Dios en nuestras vidas mediante Jesús como nuestro Señor y Salvador. Por ello Jesús, antes de su ascensión a los cielos nos hizo un precioso regalo fuente de salvación: el Espíritu Santo. El obrador de fe en nuestros corazones, el que debemos alimentar, escuchar, obedecer y nunca apartar de nuestro camino para que la nada nunca pueda apoderarse de nuestro presente y menos de nuestro futuro.

1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra.2 Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. 3 Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. (Génesis 1:1-3)

26 Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. (Juan 14:26)

1 Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. 2 Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. 3 Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. (Hebreos 11:1-3)


Que Dios os bendiga, Alfons <><

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