LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

martes, 14 de enero de 2020

TODO, NADA


Hay dos formas de ver la vida: la nada rodeada del todo o el todo asediado por la nada. (Anónimo) 

De la misma forma que existe el vaso medio lleno o medio vacío estamos constantemente llamados a elegir nuestra forma de interpretar nuestra vida.

A quién dice tener todo lo que necesita para vivir y otros que no tienen nada para sobrevivir. No depende de lo que realmente poseen sino de cómo lo viven.

Un corazón humilde con poco se conforma, a un corazón soberbio lo mucho le parece poco. Nada nuevo bajo el sol.

Pero ¿Por qué suceden tales comportamientos? ¿Qué hace que seamos rehenes de nuestros propios impulsos, ya sea para bien o para mal?

Jesús nos enseña a ser humildes. Es una escuela donde la nada siempre da frutos maravillosos como la paciencia, la misericordia, el amor. Aprendemos a disfrutar de lo poco para transformarlo en multitud de bonanza. Nos llena el corazón con un detalle, una sonrisa, una mirada. Pasamos a ser dependientes de Dios en lugar de estar pendientes de la tentación.

Nuestro Señor nos guía a través de sus paradojas y nos enseña como para tenerlo todo debemos renunciar a todo. Y si en matemáticas todo menos todo da nada, en la escuela del Espíritu Santo, todo menos todo es más que todo. Un reto para los científicos pero una certeza inquebrantable para los cristianos.

Si Dios en Jesucristo renunció a todo para ser hombre y dar su vida por nosotros que menos podemos hacer nosotros. Pero no nos confundamos hay muchas formas de renunciar a todo. Saber administrar lo que Dios nos da para bien de los demás en lugar de para usufructo propio, es una forma entre tantas. No se trata de dar todos nuestros bienes, mas sí de hacer que nuestros bienes fructifiquen para la gloria de Dios y para sus buenas obras. Somos gestores de sus riquezas no posesores de ellas.

La escuela de la nada es una escuela de insatisfacción permanente. Nada es suficiente para llegar a plenitud. Todo es motivo para ansiar, desear, codiciar el bien ajeno. Hay quien pasa su vida almacenando riquezas sin compartirlas hasta que la muerte la desnuda por completo. Verificando que su todo en realidad no era nada. Pasan su vida impidiendo que florezca la vida porque nada es suficiente para ellos. Dar es una palabra prohibida para esta personas que viven constantemente en la ansia de atesorar bienes. No son conscientes de que son faltos de lo más importante. De que sus vidas están llenas de vacío. De que sus almas son huecas y tan frágiles como ellas se creen ricas. El que todo lo quiere, jamás poseerá nada porque sus manos son incapaces de abrazar la vida eterna.

En la escuela nos enseñan las bonanzas de la abundancia. También nos deberían enseñar que eso solo es posible desde la humildad, la sencillez compartiendo y dando más de lo que recibimos para evitar que nos inunde. La abundancia no es un estado, es una oportunidad para obedecer a Jesús y hacer que se transforme en bondad. No nos olvidemos que la abundancia incontrolada puede desbordar los ríos de nuestra vida y llevarnos a ahogarnos en ellos.

10 como entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo. (2 Corintios 6:10)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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