LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

martes, 1 de septiembre de 2020

COMER

Somos lo que comemos. (Ludwig Feuerbach)

Sea el alimento tu medicina, y la medicina tu alimento (Hipócrates)

No todo lo que comemos alimenta y no todo lo que alimenta se come. (Anónimo)

Estamos en una sociedad de consumo y lo que más consumimos, por instinto de supervivencia, son alimentos. No todos buenos, no todos frescos, ni tan solo todos necesarios. Tanto en estado líquido, sólido, tragamos, engullimos constantemente sin demasía cautela.

Pero como dice Jesús “no solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios”.

Cuando uno hace una buena comida llena de manjares y delicadezas para su paladar, la sensación es de un gran placer. Ese mismo magnificado a su extremo es aquel que experimentamos cuando nuestro alimento es la palabra de Dios. Sacia y crea adicción en mismo tiempo, como si fuera el aire fresco y puro que respiramos en un valle frondoso donde la brisa es el aperitivo perfecto.

Cuando comemos mal, se suele decir que la comida no nos aprovecha. Cuando nos empachamos tenemos esa sensación de que vamos a expulsar todo aquello que no deberíamos haber comido. Lo mismo pasa con el alimento espiritual, no todo es bueno para el hombre cuando no nos encomendamos a Dios y preferimos actuar de mutuo propio. Las lecturas espirituales son un viaje iniciático que precisa de un guía imprescindible, el Espíritu Santo. Sin Él podemos llegar a elegir escritos perversos, apócrifos, engañosos. “Todo me es licito más no todo me conviene” dice Pablo. Es una advertencia que no observamos lo suficiente a lo largo de nuestra vida. Nuestro afán en busca de la Verdad puede llevarnos a una verdad equívoca y tendenciosa cuando leemos libros cualificados de espirituales y/o religiosos y les dmos una importancia que nunca tendrán..

Hay grandes maestros como Spurgeon, como Calvino, como Lutero que han escrito grandes obras sobre el reino de Dios. Pero no dejan de ser sus interpretaciones, sus verdades diminutas frente a la verdad de la Palabra. Podemos caer en la tentación de magnificar, de ensalzar tal o tal definición haciendo de simples pecadores eruditos, ídolos con pies de barro. Puede parecer osado y atrevido hablar así de estos hombres, que son referencias  espirituales para cualquier creyente, pero cuando pretendemos elevar sus opiniones a dogmas de fe, a visión única de lo que entendemos que es la Verdad, nos estamos equivocando profundamente. Lutero lo experimentó en vida teniendo que enfrentarse a supuestos luteranos más luteranos que el mismo.

Por ello es muy importante que seamos conscientes de que el único alimento espiritual fruto de Dios, maná divino para los humanos, es la Biblia que leemos y no las interpretaciones que otros hacen de ella. Si bien pueden ser de interés nunca deberán ser esenciales en nuestra vida.

El que se alimenta sanamente fortalece su cuerpo, el que lo hace con la palabra de Dios fortalece su alma y su espíritu, los complementos son solo eso complementos, sin más.

Sepamos discernir la paja del trigo y no idolatremos seres humanos por muy doctos que sean en la materia, ellos no lo harían. Comamos diariamente del mana que Dios nos ha legado, su Palabra, y con toda seguridad fortaleceremos nuestro espíritu. Amén

Entonces el diablo le dijo:

—Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan.

Jesús, respondiéndole, dijo:

—Escrito está: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios.” (Lucas 4:3-4)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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