LA CREACIÓN

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DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

domingo, 18 de octubre de 2020

LA ESPERA

No descuides tu espera, no sea que te desesperes. (Anónimo)

La paciencia es a la espera lo que la lluvia a la tierra. Sin lluvia la tierra no puede dar su fruto, sin paciencia, la espera tampoco.

Nuestro mundo se mueve constantemente en una vorágine insaciable de desesperación. La paciencia, en él, es un defecto o peor una debilidad. Todo lo queremos ya, no somos adeptos de la paciencia, mas sí de la efervescencia que nos aboca a provocar aquello que no llega rápido.

Somos todos como unos velocistas que intentan correr una maratón como si fuera una carrera de 100 metros.

La espera es más un estado de ánimo que nos permite alejarnos de nuestro cotidiano para tomar perspectiva. No solo sirve para alimentar la esperanza sino también para ver mejor las cosas o para dejar que caigan por su propio peso.

El sabio alimenta su espera con paciencia, el necio con ansia. Para los dos el objeto de su expectación llegará cuando deba llegar pero si bien el primero estará preparado para ello, el segundo se habrá agotado en el camino haciendo de su espera un esfuerzo inútil.

A los impetuosos e inquietos de por sí, como yo, los años nos rebajan la ambición de nuestra impaciencia. Con la madurez acumulada podemos observar con cierto cariño, los jóvenes, perpetuar ese ceremonial que hoy nos parece tan fútil.

La espera para la lengua es como un bozal que evita, a menudo, que dañemos a los demás. Nos enseña a escuchar, a aprender de quienes son objeto de nuestra atención. Nos impone la humildad que deberíamos tener de forma innata pero que olvidamos en cuanto nacemos.

La espera más bonita que conozco es aquella que alimenta nuestra esperanza de salvación hasta que se hace realidad.

Y si hablamos de este tipo de estado de ánimo, el único que considero genuino y digno de generarlo es aquel que es fruto de la promesa de Jesús.

De los hombres solo recuerdo desengaños y grandes decepciones que transforman cualquier atisbo de esperanza en una promesa de desesperación, esta sí, cumplidora.

A menudo la espera permite que dejemos que los acontecimientos decidan, ellos, sus propios actores y/o perpetradores. Es de sabio dejar al Cesar lo que es del Cesar.

Debemos ser suficientemente prudentes para saber elegir nuestras esperas. No sea que perdamos indebidamente la paciencia. Con los años aprendemos cada vez más, o no, a escoger aquello en lo que depositar nuestras esperanzas. Para mí, como para tantos cristianos, solo en Jesús puedo esperar, descansar y anhelar el cumplimiento de sus promesas.

14 Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová. (Salmo 27:14)

No digas: Yo me vengaré; Espera a Jehová, y él te salvará. (Proverbios 20:22)

7 Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. (Santiago 5:7)


Que Dios os bendiga, Alfons <><



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