LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

domingo, 9 de mayo de 2021

PUREZA

Es más fácil morir por la pureza que con pureza. (Tertuliano, 150-220 DC)


El que dice haber visto la pureza en este mundo es ciego, y si no de vista, sí de espíritu con toda seguridad.

Querer imaginarse la pureza, es querer imaginarse a Dios y Dios nos se imagina, se vive.

Solemos decir, con desacierto, que los niños recién nacidos son el símbolo de la pureza. Nada más lejos de la verdad, por mucho que nos pese, todos nacemos con el pecado y solo es cuestión de tiempo, a veces poco, para que este se revele.

La pureza es un territorio que, si bien nos es prohibido entrar en él, sí nos es lícito anhelarlo, pensando que, un día, lo disfrutaremos con Dios.

Lo puro no admite mancillo, por ello nada en este mundo lo ha sido, lo es y lo será, aparte de Jesucristo.

El símbolo de la pureza es el blanco, libre de toda corrupción, pero por mucho que nos revistamos de blanco, nuestro corazón cobija el tiznón de nuestra condición.

Vivir en este mundo es experimentar la cotidianidad de sus depravaciones. No tenemos un momento de resquicio de paz que no sea a través de Jesús. Solo Él nos puede aliviar y proteger de la agresión constante a la que nos enfrentamos.

Esto puede parecer exagerado, pero si nos creemos inmunes, nos exponemos, con toda seguridad, a caer en las garras de la tentación, del pecado, en resumen, de nuestra condición humana empujados por nuestra vanidad, nuestro orgullo, nuestro ego.

Que lejos está todo esto de la pureza, que es la promesa que impera en el cielo, rodeando Dios, ensalzándolo y rindiéndole la pleitesía natural que toda la creación le debe a su creador.

Para mí, la pureza es sinónimo de paz de un silencio que nos susurra al oído cánticos de amor ágape. No puedo imaginarme a un solo humano de este mundo en ese jardín de delicias y de amor, porque la suciedad que envuelta nuestros corazones lo deshonraría y Dios no lo permitiría.

Cuando leo la vida de Jesús leo pureza, cuando leo la palabra de Dios me enriquezco de pureza divina. Limpia, día tras día, las corruptelas de mi espíritu, infatigablemente me restaura, a cada lectura un poco más.

El camino de santidad tiene como promesa acercarnos, a cada paso, a Dios mediante Jesús. La luz al fondo del túnel de nuestra vida es pura, inmaculada, es el Señor esperándonos con los brazos abiertos, con su Gracia, con su amor infinito porque Él nos conoció antes de la fundación del mundo.

Nosotros no escogemos a Dios, Él nos eligió y eso ha sido, es y será en nuestras vidas por los siglos de los siglos.

Envueltos de su pureza ya nada temeremos, su vara y su cayado nos infundirán aliento para que lleguemos a nuestro destino final: el principio de la vida eterna a su lado.

3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él (Efesios 1:3-4)
1Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. 2 Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. 3 Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro. (1 Juan 3: 1-3)


Que Dios os bendiga, Alfons <><



Primera edición del libro electrónico con 1 año de reflexiones, versículos e ilustraciones de Manuel Redondo, a la venta en Amazon:

http://www.amazon.com/dp/B00D7IM000

http://www.facebook.com/UnDiaUnaReflexionUnVersiculo

http://un-dia-una-reflexion-un-versiculo.blogspot.com/ http://undiaunareflexionunversiculo.wordpress.com/

No hay comentarios:

Publicar un comentario