LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

lunes, 3 de mayo de 2021

EL AMOR

El amor es un sentimiento engañoso, se mata más por amor que por envidia. (Anónimo)


Me gustaría expresar un descubrimiento que hice recientemente, a raíz de una predicación, y que ha transformado mi visión de la vida, y de lo que es, o debe ser a mi entender, el amor para un creyente.

Cuando leemos la palabra del Señor, el amor es una constante. Se engaña y mata por él (David), se sacrifican por él (Pablo) y muchos lo vemos como el sentimiento que transforma la ley en un cometido renovado. Es imposible obedecer a la ley en su conjunto, pero es posible amar, a Dios, Padre, Hijo, Espíritu Santo, y a los demás como a nosotros mismos.

Aunque esto último sea un reto que desafía constantemente nuestra capacidad de gestionar nuestros sentimientos. No nos olvidemos que amamos y odiamos por las mismas razones, los mismos impulsos, sean estos instintivos y/o impulsivos, constructivos o destructivos.

Pero hay un detalle que cambia todo esto, porque si amar solo dependiera de nuestras emociones, estaríamos condenados al fracaso, y ese detalle es que Jesús no lo trata como un sentimiento, no. Él no nos dice que nos amemos los unos a los otros, NO. Él nos manda que nos amemos los unos a los otros (Juan 13:34), y eso lo cambia todo porque ya no se trata de lo que sentimos sino de la obediencia, o no, que queremos manifestar frente al mandamiento de Jesús.

Y es todavía más explícito en Mateo 22, del 36-40, donde nos manda que amemos a Dios con todo nuestro, corazón, nuestra alma y nuestra mente. Esto implica obediencia y entrega total de nuestro ser, físico, espiritual y mental.

Todos sabemos que la mente no controla los sentimientos, ya le gustaría. De ahí la sinrazón de muchos de nuestros actos pasionales, emocionales, que nos abocan al pecado, llámese, envida, celos, prepotencia, egoísmos, orgullo, vanidad y tantos más.

Entonces, si amar es un mandamiento, esto hace que las emociones, nuestras emociones, deban apartarse del camino de santidad que debemos emprender, para sustituirlas por la obediencia. Y esto, por muy chocante que parezca a nuestro ego, es liberador porque nos exime de dejarnos llevar por impulsos incontrolados trasladándonos al terreno de la sumisión, del acatamiento a lo que nos manda Jesús. Eso es mucho mejor para los que tienen a Jesús por Señor y Salvador y condenatorio para aquellos que, en lugar de obedecer, dejan rienda suelta a sus emociones pensando que amar es una opción, cuando no lo es.

Cuando entendí esto, me di cuenta de las consecuencias que tenía en mi vida, y en algunas de mis emociones, como el rencor tras una gran decepción. Ya no tenía que sentir lo que me había sucedido, solo tenía que obedecer a Jesús con amor.

¿Quiere decir esto que el amor deja de ser un sentimiento? De ninguna manera, es lo más bonito y lo más precioso que uno puede obsequiar y vivir. Pero no solo porque lo sentimos sino, y, sobre todo, porque obedecemos al principal mandamiento de nuestro Señor Jesús.

Esto hace que amar sea más fácil y provechoso, tanto para nosotros como para los demás, porque cuando pienso en mis decepciones y mis rencores, estos se desvanecen para dejar lugar al amor que le debo a mi prójimo, a mi amigo, a mi hermano. Además, cuantas veces lo habré, yo, despechado. Las rencillas desaparecen frente a nuestra obediencia a Jesús. Nada mejor en este mundo que entender que los mandamientos de Jesús son paz y amor en nuestras vidas.

El amor deja de ser solo una emoción cuando Dios entra en nuestras vidas. La obediencia a Jesús es la que hace que la misericordia, la compasión, la piedad dejen de manifestarse, como acto de soberbia de nuestro ego, para transformarse en sumisión a nuestro Señor y Creador, y eso precioso.

El amor, cuando solo se considera como un sentimiento, es cuna del pecado vivo en nuestra condición. Si entendemos esto, comprenderemos por qué Jesús lo transformó en el gran mandamiento.

Dios nos ha regalado su amor, siendo su Gracia su máxima expresión. De nosotros depende que este precioso obsequio fructifique en nuestras vidas y nos libere de las riendas del mal.

34 Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. (Juan:13:34)
36 Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? 37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38 Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas. (Mateo 22:36-40)


Que Dios os bendiga, Alfons <><



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