LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

miércoles, 4 de mayo de 2016

PERDONAR, PERDONARSE

El orgullo, en los cristianos, nos lleva más fácilmente a perdonar que a perdonarnos. Esto puede parecer bueno pero en realidad no suele serlo porque es mucho más fácil ver la paja en ojo ajeno que nuestra propia viga.

Todos pecamos y, en muchas ocasiones, solo Dios y nosotros mismos somos conocedores de tales hechos. En nuestra intimidad, que a menudo se parece más a una selva que a un jardín secreto, vivimos muchos de estos tropiezos.

Cuanto más grande es el pecado más fácilmente lo vemos en los demás y también más fácilmente aparcamos el nuestro escondiéndolo detrás de un arrepentimiento incompleto. Incompleto sí. Pedir perdón a los afectados y a Dios no es un acto suficiente en sí porque no testifica completamente de nuestra declaración de intenciones. Hay que sentirlo profundamente, hay que aceptarlo más allá de cualquier excusa y hay que perdonarse a sí mismo, en definitiva hay que arrepentirse genuinamente.

¿Y qué es perdonarse a sí mismo? es aceptar sin excusas, ni justificaciones el peso de nuestros actos. Perdonarse a sí mismo es mirarse con la misma mirada que Dios nos está observando, la que percibe más allá de nuestra voluntad para ver las cosas tal y como son y no tal y como pretendemos que sean. Perdonarse a sí mismo es dejar de compadecernos de nosotros mismos para aceptar humildemente nuestros actos. Perdonarse a sí mismo es ser capaz de aceptar nuestra culpa entendiendo el sacrificio de Jesús en la cruz por ella. Si hacemos esto volveremos a nacer, no ignorando lo sucedido, mas sí aceptándolo como parte de nuestras vivencias que si bien todo el mundo no la conoce, Dios sí.

Perdonarse a sí mismo es compartir con Dios sin tapujos aquello que ya sabe pero que nosotros nos negamos todavía.

No perdonarse a sí mismo es un acto de orgullo remanente que nos impide liberarnos totalmente de nuestra culpa y cada vez que actuamos de tal manera hacemos vano el calvario de Jesús.

Perdonarse a sí mismo, tras haber pedido perdón a los afectados y a Dios, es el último acto de contrición indispensable para la redención de nuestros pecados.

Hay muchos creyentes que erran en la creencia de estar en paz con los demás ignorando que para ello también deben estar en paz con ellos mismos.

Nunca olvidemos que Jesús nos mando amar a los demás como a nosotros mismos, ni más ni menos.

36 —Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la Ley?

37 Jesús le dijo:

—“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.” 38 Éste es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” 40 De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas. (Mateo 22:36-39)


Que Dios os bendiga, Alfons <><

Primera edición del libro electrónico con 1 año de reflexiones, versículos e ilustraciones de Manuel Redondo, a la venta en Amazon:

http://www.amazon.com/dp/B00D7IM000
http://www.facebook.com/UnDiaUnaReflexionUnVersiculo
http://un-dia-una-reflexion-un-versiculo.blogspot.com/
http://undiaunareflexionunversiculo.wordpress.com/

Església Evangèlica La Gràcia de Déu
Ciutat de Balaguer, 40, Barcelona
Cada domingo a las 18 00, ¡OS ESPERAMOS!



No hay comentarios:

Publicar un comentario