LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

lunes, 13 de abril de 2020

¿QUÉ HEMOS HECHO DE LA CREACIÓN?

Un préstamo solo se devuelve si lo hacemos en las mismas condiciones que lo recibimos. (Anónimo)

La tierra no nos pertenece, somos inquilinos temporales., tiempo de una vida.

Cuando Dios mediante la creación hizo la tierra se complació en su engendro. Tardo 6 días en hacerla y vio que era bueno. Y descansó el séptimo día.

Pero si hoy creyentes y no creyentes hiciéramos una valoración objetiva de lo que hemos hecho con la Tierra, ¿qué podríamos decir sin que se nos cayera la cara de vergüenza?

Si fuéramos los prestamistas, seguro que exigiríamos una indemnización incalculable por todos los daños ocasionados por el prestatario hasta tal punto que, con toda seguridad, lo expulsaríamos para siempre porque no tiene ninguna disculpa.

Si fuéramos el deudor, no podríamos encontrar argumentos sólidos para justificar todas nuestras tropelías acerca del cuidado necesario que exigía y sigue exigiendo el buen mantenimiento de nuestro hogar, la Tierra.

Buscamos colonizar otros planetas cuando somos incapaces de cuidar de nuestra propia morada. Muy típico del ser humano.

La pandemia que estamos viviendo con el Covid 19 es solo un revelador de lo qué somos y de cómo vivimos. A costa de la degradación de nuestro ecosistema, a costa de la degradación de nuestro entorno tanto físico como emocional o espiritual.

Un ejemplo sencillo y magistral que nos enseña este bichito tan contagioso: la ausencia de disciplina en el respeto ajeno. Sea este nuestro vecindario o la propia naturaleza. Con sencillas medidas de protección y de higiene podríamos, no volver a la normalidad pasada porque eso es imposible, pero sí empezar una nueva era de la humanidad basada en el respeto y en la disciplina individual y colectiva. La transmisión solo se produce porque no respetamos las normas de higiene necesarias, no porque nos interrelacionemos.

Cuando nos confinamos estamos intentando curar los efectos del mal, no lo que lo produce. Alguien debería decirlo alto y claro. Alguien debería educarnos e inculcarnos de forma absoluta el civismo que hemos abandonado hace lustros, por no decir que nunca hemos alcanzado. En tiempos pretéritos la educación cívica era una materia que se estudiaba en las escuelas.

Ya se trasnocharon los conceptos de derechos y deberes que nuestra sacrosanta sociedad democrática y capitalista nos ha inculcado hasta la saciedad. No va a ser posible vivir como antes porque los paradigmas han cambiado. Ya no dependemos de cuanto ganamos, cuanto poseemos, cuanto influimos, no. Y aunque todavía estamos intentando salvaguardar lo insalvable de nuestra supuesta libertad, nos estamos dando cuenta que solo limitándola o incluso evitándola conseguiremos sobrevivir.

Ya están levantándose voces que nos advierten de las consecuencias tan peligrosas que acarrearan el control de nuestros movimientos individuales, de nuestra actividad, de nuestra vida en definitiva. Pero si todavía hay, y me apena decir cada día más, personas que buscan irse a sus segundas residencias, que pretenden ignorar la salud de los demás a costa de su propio egoísmo.

La libertad no es actuar según nuestra voluntad. No, eso es libertinaje en todo su esplendor, modus vivendi de nuestra sociedad. La verdadera libertad es amor, es respeto a los demás, es servir el bien común por encima del nuestro. Es preocuparse de los más necesitados por encima de la economía, del dinero, del afán de ganancias y posesiones. Jean Paul Sartre dijo:”mi libertad empieza donde termina la de los demás”. Yo diría que mi libertad no tiene límites sino obligaciones impuestas por el amor a los demás.

Tenemos un reto, cambiar los paradigmas de nuestra sociedad y hacerla respetuosa y auto disciplinada en el verdadero amor hacia los demás. Todo lo contrario de la sociedad decadente en la que estamos encerrados. La democracia ya no es la solución, duró, lo que duró. El capitalismo no nos protegerá de las pandemias, sino que se lo pregunten a los reyes del capital, los americanos.

Ahora es tiempo de reinventarse, de buscar sabiduría y enseñanzas que nos lleven a una nueva era de convivencia con nuestra querida tierra y con todos sus inquilinos. Nunca podremos devolver la tierra a su estado original pero por lo menos deberíamos ser capaces de llegar al final de nuestras vidas con el sentimiento de haberlo intentado. Tampoco seremos capaces de tejer una sociedad que esté basada en el amor ágape pero sí debemos morir intentándolo.

Los cristianos tenemos todo esto incluido en la palabra de Dios, la Biblia. Ya va siendo hora que apliquemos con discernimiento y amor sus enseñanzas. Que dejemos que el Espíritu Santo nos guie en el camino de santidad que debe ser el nuestro. Que seamos buen ejemplo a seguir en los cambios que vamos a vivir.

A los no creyentes, les invito a leer la Biblia aunque solo la consideren como un libro histórico, filosófico o incluso manual de supervivencia. Porque la Biblia es todo esto y mucho más. Es palabra de Dios. Solo en ella se puede encontrar la verdadera definición del amor. Solo en ella se nos advierte desde hace miles de años que esto pasaría. Y el que solo se aferra a los hechos negando la fe de Dios, le diría que todos tenemos fe, incluso aquellos que la niegan la tienen depositada en sus creencias en algo, o alguien. Pero ese algo o alguien es/son los que nos han llevado a donde estamos. Confinados, asustado y desesperados.

Eso sí, si crees en Jesús, su verdad te liberará de tus cadenas seculares y buscaras servirlo y servir a los demás con amor y humildad. Ser ejemplo en momentos de turbulencias es un deber y nuestra libertad como cristianos.

17 Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. (2 Corintios 3:17)

12 Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna. (1 Corintios 6:12)

15 Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos; 16 como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios. 17 Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey. (1 Pedro 2:15-17)


Que Dios os bendiga, Alfons <><

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