LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

miércoles, 11 de noviembre de 2020

DERECHOS DEL SER HUMANO

Sin deberes cumplidos no puede haber derechos adquiridos, por mucho que nos empeñemos en demostrar lo contrario. (Anónimo) 


Bob Marley decía todo hombre tiene derecho a decidir su destino pero la pregunta es ¿Qué deberes debemos cumplir para tener tal derecho?

Hoy en día todo el mundo se llena la boca de los sacrosantos derechos que cada cual debe tener. En 1789, la revolución francesa llevó el pueblo, y sus dirigentes, a proclamar la “Declaración de los derechos humanos” que más tarde fueron recogidos por la ONU, en 1948. como “La declaración universal de los derechos humanos”. Fue una reacción a la esclavitud del pueblo, entre otras cosas, tanto física como política o mental.

Y estos que han sido pasos claves en la evolución de la sociedad hacia una forma más justa, más equilibrada, cuando todo nos llevaba al imperio del totalitarismo del más fuerte, ahora no solo no son suficientes sino que aquello que era una virtud, en las sociedades avanzadas, pasa a ser una fuente de perversidad.

Las cosas han cambiado, y cuando estamos acomodados en nuestra sociedad moderna solo pensamos en derechos, obviando que solo deberían ser una consecuencia de nuestros deberes bien cumplidos y no lo contrario.

Hoy en día, los derechos son un freno, que digo, una barrera infranqueable para un progreso profundo de la humanidad.

¿Por qué?

Sencillamente porque hemos pervertido la esencia del concepto de derechos que siempre tiene, o debería tener, una premisa obligada que es: qué deberes tengo que cumplir para disfrutar de estos derechos.

Cojamos un ejemplo muy de moda en la sociedad actual. Mi libertad. La primera pregunta que debería plantearse a una persona con un mínimo de cordura es, dónde empieza y dónde acaba, porque no se puede confundir con “hago lo que quiero y cuando quiero”. Por ello el primer deber de aquel que quiere disfrutar de su libertad es ser consciente que, como decía Jean Paul Sartre: “mi libertad se termina donde empieza la de los demás”. Eso ya cambia la perspectiva e invita a ser tolerante, paciente, respetuoso. Todos ellos atributos que no dejan de ser nuestros deberes cívicos para una buena convivencia.

¿Qué pasa hoy en día? Pues que la libertad que la mayoría de la sociedad pretende y pregona está sustentada en la ausencia de deberes. Se consideran obligaciones que menguan nuestro espacio libertario. Nada puede obstruir nuestras aspiraciones de independencia frente a los demás, frente a nuestra educación o incluso a nuestra forma de ver la vida.

Claro que los cristianos somos diferentes. Visto por el resto de la sociedad somos un peligro acuciante para la sacrosanta libertad. Somos esclavos, siervos. Tenemos un Amo y Señor. Y eso es blasfemia para los libertarios.

Cuando pienso en mi condición veo que soy más esclavo del pecado que de quien debería de serlo que es Dios. La condición de esclavo implica una privación de libertad en la sociedad, en la vida espiritual de los cristianos implica una dependencia total de nuestro Señor y Creador. Los matices son importantes porque donde la sociedad y el mundo se fundamentan en su propia idiosincrasia humana nosotros nos entregamos a la Divinidad infinita de nuestro Señor, y Salvador Jesucristo. Son caminos opuestos que conllevan sus propias obligaciones.

La sociedad nos exige toda una serie de reglas que acaban por regir tanto nuestro comportamiento como nuestra forma de pensar. Somos nuestros propios jueces, acusadores y redentores. Son los deberes del mundo pero no se sustentan en el amor de Dios, no, se fundamentan en las leyes humanas y son tan defectuosas como lo es ser humano y su condición pecaminosa.

Dios nos exige amor, hacia Él, hacia los demás y hacia nosotros mismos. Nuestros deberes están claramente especificados en la Biblia y negarlos es negar nuestra esencia cristiana. Sabemos que no hay salvación que no implique deberes. Porque si bien somos salvados por la Gracia de Dios, lo somos mediante la fe para buenas obras. Y nuestra obligación es cumplir las enseñanzas de Jesús, nuestro Maestro, nuestro Señor y Salvador.

Los deberes del cristiano nunca serán cumplidos íntegramente, somos humanos y nuestra condición es pecaminosa, por ello está la Gracia de Dios. Pero esto no nos exime de nuestras obligaciones porque el buen cristiano no es aquel que cumple a la perfección sus deberes sino aquel que es consciente de que no los cumplirá pero que se esfuerza todo lo que puede para acercarse a Jesús.

La buena noticia es que la purificación la conseguiremos, y premiará todos nuestros esfuerzos, pero no en la tierra sino en los cielos, lavados por la sangre de Jesús.

Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. (2 Timoteo 3:16-17)

Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. (Mateo 9:23)

Que Dios os bendiga, Alfons <><



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