EL LADRÓN DE ALIENTO

Es traidor, sigiloso, solapado con alevosía para
colarse en nuestra mente y apoderarse de nuestra voluntad carcomiendo todo
su fruto, así es el ladrón de aliento.
Si presto atención puedo oír los graznidos
insistentes de la urraca de mi mente, aquella que constantemente se apodera
de todo despojo de ilusión que mora en mí y se lo lleva lejos de mi
consciencia.
Todos quieren ayudarme y cuanto más lo desean más me
hieren sin querer, con su amor al que no sé como corresponder.
Mi corazón se desangra gota a gota de toda la
alegría que tuve algún día, sensación tan alejada de mis recuerdos que
parece inalcanzable.
No es una bajada dolorosa a los infiernos, es peor
porque el sufrimiento te hace sentir vivo mientras el vacío te hace sentir
muerto.
El hombre que se cree dueño de su destino es esclavo
de sus ambiciones y no conseguirlas lo hacen rehén de su desanimo, ese es el
ladrón de aliento.
Cuanto más creemos no encontrar la solución, más
está en los demás y menos la buscamos en ellos, preso de nuestro
decaimiento, ese es el ladrón de aliento.
¿Y qué pues, resignados a ser esclavos del ladrón de
aliento?
Cuanto más cerca del abismo estamos más próximos a
la verdad nos encontramos. La nuestra nos hace sentir el vertiginoso vacio
de nuestro corazón, la de Dios nos hace ver la plenitud de su gracia.
Es licito sentir la presencia del ladrón de aliento
mas de nosotros depende rendirnos a él o a Dios. También Jesús pasó por este
trance y nos enseño el camino a seguir. Que se haga tu voluntad Padre y no
la mía.
Si buscas en el Señor las fuerzas que no tienes
reencontrarás, a través de tus hermanos, el ánimo que perdiste.
No niegues la mano tendida, estas ayudando a quien
te ayuda y amando a quien te quiere, ¿qué más bonito que ello?

Hoy es un buen día para empezar y decir que sí
cuando el ladrón de aliento nos invita al no.

“Por tanto, no nos desanimamos. Al contrario, aunque
por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día tras
día. 17 Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos
producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento. 18
Así que no nos fijamos en lo visible sino en lo invisible, ya que lo que se
ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno.” 2 Corintios 4:16-18

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