CON DOMINIO PROPIO

A caballo desbocado rienda suelta y abismo certero.
Así es aquel que se deja dominar por sus emociones, tanto las malas como las
buenas porque el exceso de amor también lapida los corazones.

Nuestra capacidad de dominio hace propia nuestra
elección, sin ella somos tales hojas tambaleadas por el viento huracanado de
nuestras pasiones.

Las sombras de nuestros designios siempre son mucho
más grandes que los hechos que las marcan pero nosotros nos pasamos la vida
persiguiéndolas en las paredes de nuestra vanidad.

Somos tan grandes como fuerzas tenemos para
controlar todo aquello que nos empequeñece haciéndonos perder el dominio
propio de nuestras intenciones, por ello el mundo está plagado de enanos
displicentes.

Un individuo con dominio propio sabe discernir entre
su propósito y su ambición, su capacidad de acierto está marcada por la fe
que lo guía, en los hombres o en Dios.

Los pecados enajenan nuestro dominio propio y nos
arrodillan ante falsos dioses, solo buscando a Jesús sabremos encontrar el
camino recto de cordura que nos lleva hacia Dios.

“Como ciudad sin defensa y sin murallas es quien no
sabe dominarse.” Proverbios 25:28

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