RENCOR

El rencor es un enfado sin resolver, tenaz y
arraigado en nuestra mente. Lo curioso es que no solemos aplicarlo a
nuestros propios actos, claro está porque el resentimiento es
condescendiente con uno mismo, no sea que nos acabemos aborreciendo.

Si guardamos rencor, ocupamos todo el espacio del
perdón en nuestro corazón con juicios impropios y al primero a quién no
podremos indultar, será a nosotros mismos.

El rencor es la memoria de los que no tienen perdón
de Dios.

La falta de amor produce rencor, mas el exceso
también puede fomentarlo porque va más allá de los demás para solo fijarse
en nuestros propios deseos.

La mediocridad engendra rencor en los corazones
frustrados, la humildad aborta todos sus malos frutos.

El camino del rencor es tan fácil como difícil es el
del perdón, mas todo aquello que el resentimiento nos arrebata, el amor nos
lo obsequia.

El rencor se guarda, el amor se da, y los hombres
somos muy avaros.

¿Si Dios no nos tiene rencor por cómo actuamos con
Él como podemos tenerlo nosotros con los demás?
¿Y si ÉL nos perdonó, que menos podemos hacer
nosotros?

Somos expertos en juicios sumarios que engendran
rencor creyéndonos jueces impertérritos cuando en realidad solo somos reos
de nuestros pecados.

“No seas vengativo con tu prójimo, ni le guardes
rencor. Ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor.” Levítico 19:18

“No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se
enoja fácilmente, no guarda rencor.” 1 Corintios 13:5

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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