El tiempo es una condena inapelable para el hombre. Cada paso que da lo acerca más a su penitencia. Cada instante es un punto y aparte que tacha su destino con marcas indelebles. (Anónimo)
Un instante es lo que separa la cuerda impoluta de la cuerda nudosa cuando se rompe y abandona la promesa de su incorrupción. Ya nunca más será lisa y cuantos nudos tenga testificarán de sus avatares.
Cuando pienso en lo que he sido en esta vida me doy cuenta que todo es fruto de los instantes que la han marcado pero más, si cabe, de los no instantes, de aquellos que no han sucedido por voluntad divina. Uno busca milagros donde no hay y a veces es tosco en ver la evidencia de sus huellas en aquello que evitaron que sucediese.
Cuando un accidente de carretera nos sucede, a todos nos viene a la mente lo que habría pasado si nuestra velocidad hubiese sido menor, si nos hubiéramos parado a tal momento o si no hubiésemos salido de casa aquel día. Es un intento fallido de nuestra mente que intenta borrar el antes para cambiar el después de aquel instante. Pero cuantas veces nos hemos parado a pensar lo que habría pasado cuando no ha pasado nada a pesar de nuestra inconsciencia, cuando aquel giro que hicimos no se interpuso en el camino de un ciclista y lo dañó, o aquel semáforo en rojo que pasamos no se convirtió en un atropello de transeúnte. Cuando un instante se ha transformado en no instante. Como no nos ha cambiado la vida tenemos una tendencia enfermiza en olvidar la mano de Dios en las oportunidades de redención de nuestra vida.
Si en lugar de evitar la moto por nuestra imprudencia la envestimos, nuestra existencia bascula en un instante. Un instante imborrable, tan fuerte, que nos arrebata nuestro pasado haciendo que una pesadilla se apodere de nuestra mente, de nuestra alma y de nuestro futuro. Cuando uno vuelve a casa porque no le ha sucedido nada debería agradecer a Dios cada minuto de su vida y más todavía aquellos en los que nuestro Padre nos ha cuidado del impacto de un instante que hubiese sido fatal. No podemos sentarnos en el sofá y poner la tele como si nada, obviando que estamos en sus manos. La suerte no existe, y menos en estos casos, es una excusa indecente frente al amor de Dios.
Tendría que haber un antes y un después en nuestra conciencia tanto en los instantes como en los no instantes de nuestra vida porque es Dios quien los pone en nuestro camino hacia la salvación.
Un instante es lo que divide el antes del después. Es el surco infranqueable que nos impide volver hacia atrás, obligándonos a aceptar los hechos aunque estos sean desechos de nuestra vida. Únicamente Dios puede hacer que un instante solo sea una palabra y no la separación del tiempo que nos condena a nuestras torpezas, porque solo Él tiene esta potestad.
Gracias Señor por tu misericordia y compasión hacia tus hijos, hacia mí Padre, a pesar de mis atrevimientos. Gracias y perdón.
17 Nuestro Dios, a quien servimos, puede librarnos del horno de fuego ardiente; y de tus manos, rey, nos librará. (Daniel 3:17)
11 Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. 12 Al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos 13 y alzaron la voz, diciendo:
—¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros!
14 Cuando él los vio, les dijo:
—Id, mostraos a los sacerdotes.
Y aconteció que, mientras iban, quedaron limpios.
15 Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió glorificando a Dios a gran voz, 16 y se postró rostro en tierra a sus pies dándole gracias. Éste era samaritano. 17 Jesús le preguntó:
—¿No son diez los que han quedado limpios? Y los nueve, ¿dónde están?18 ¿No hubo quien volviera y diera gloria a Dios sino este extranjero? (Lucas 17:11-18)
Que Dios os bendiga, Alfons <><
Primera edición del libro electrónico con 1 año de reflexiones, versículos e ilustraciones de Manuel Redondo, a la venta en Amazon:
http://www.amazon.com/dp/B00D7IM000
http://www.facebook.com/UnDiaUnaReflexionUnVersiculo
http://un-dia-una-reflexion-un-versiculo.blogspot.com/
http://undiaunareflexionunversiculo.wordpress.com/
Església Evangèlica La Gràcia de Déu
Ciutat de Balaguer, 40, Barcelona
Cada domingo a las 18 00, ¡OS ESPERAMOS!
No hay comentarios:
Publicar un comentario