LA LUCHA

Cuando luchas te enfrentas, cuando amas te entregas. (Anónimo)

En la lucha lo más importante no son tus razones, mas sí tus motivaciones, pero nosotros preferimos el “por qué” al “para qué” no sea que se desvanezcan nuestros argumentos.

Los que se definen como guerreros hacen de la lucha su razón de ser. Un fin en sí, que se transforma en el final de sí.

La única lucha de bendición es aquella que emprendemos contra nosotros mismos, contra nuestra condición, y en ella precisamos de un aliado esencial, Jesús, nuestro Señor y Salvador.

El que ve el mundo como una gran batalla en la que pretende ser un guerrero victorioso, está alimentando su vanidad. Dios nos llama a ser hombres de paz y amor, no de lucha y dolor.

En las guerras no hay vencedor y vencidos, solo hay muertos y muertos vivientes porque el que quita la vida ajena, la suya se arrebata.

Las luchas fratricidas son las peores porque añaden al dolor, el odio de las pasiones enfrentadas.

Lo único bueno que puede salir de una lucha de ideas sin remisión es la derrota de la lengua y el triunfo del corazón. Por desgracia suele pasar lo contrario.

Los hombres son asiduos a las peleas de gallos, no las de los animales, que también, pero sobre todo de los machos cabríos que todos tenemos en el fondo de nuestra condición.

Lo peor de una lucha es que no seamos conscientes de quién es nuestro adversario o de su capacidad en engañarnos. En nuestro mundo muchas de esas luchas no son contra nuestros congéneres sino contra las potestades oscuras que los gobiernan y frente a estos adversarios no somos contrincantes a la altura. Solo Jesús venció, vence y vencerá aquellos que pretenden arrebatarnos su promesa de vida eterna. Solo en Él podemos y debemos confiar y entregar nuestras esperanzas de victoria. A Él la gloria, la honra y la potestad sobre todo y todos. Amen.

12 porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. (Efesios 6:12)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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