LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

lunes, 20 de febrero de 2017

EGO: MI CONDICIÓN, MI CRUZ

A todos nos gusta poner condiciones, salvo a nosotros mismos. (Anónimo)



Me cuesta vivir con mi condición porque cuanto mayor me hago más aflora la realidad de mi ego martillando constantemente mi consciencia culpable.

Creo ser bueno y no actúo como tal, pretendo amar y lo hago más hacia mí mismo que hacia los demás, no me gustan los juicios ajenos pero dispenso los míos sin cautela, predico la humildad pero tengo amordazada la mía.

Creo que creo pero en realidad demuestro mucha más incredulidad que fe en todos mis actos. No que no quiera, mas sí que no consiga lo que pretendo por errar en cómo enfrentarme a mi condición.

He descubierto el por qué de mi fracaso en la búsqueda de la sabiduría que me permita caminar hacia la santificación. Es tan sencillo como cruel hacia mi persona, es tan evidente, pero también tan escurridizo, como el aire que respiro.

El por qué se llama ego.

Es él quien me hace creer que puedo, cuando en realidad soy inepto, que sé cuando en realidad soy necio, que escucho cuando en realidad solo hablo, que doy cuando en realidad solo presto.

Mi condición es un lastre que me engulle en las profundidades de mi autocomplacencia donde mi ego reina sin parangón.

Los incrédulos dicen que pensar de tal forma es un masoquismo inútil. Que no hace falta tener este sentido de culpa “cristiano” que solo nos impide conseguir la sacro-santa autoestima mundana. Los que nos hemos entregado a Jesús sabemos que solo su Gracia y su gran misericordia pueden con nuestra condición pecaminosa. Hay algo más grande que nuestra autoestima: el amor de Dios.

Jesús nos conoce y nos ama por encima de nuestro ego y por ello siendo consciente del lastre que nos supone nos invita en primer lugar a negarnos a nosotros mismos, a lo que creemos que somos, a lo que creemos que poseemos.

No somos capaces de luchar contra nuestra condición y salir airosos y victoriosos de tal batalla si no es aceptando a Jesús para que Él nos libere de ella y alivie nuestro yugo en la senda de nuestra vida.

Cuando era joven me importaban más mis logros que mis fracasos, la edad ha mancillado mi orgullo y enseñado que no hay logro mío que no sea sino por voluntad del Padre y que mis fracasos son labor de humildad en mi ego para que sea tan discreto como quiero sean mis errores.

Dios nos da lo que necesitamos, no lo que le pedimos. Cuantos más éxitos le pedimos con más pruebas nos bendice. Cuanto con más ego nos queremos cubrir, con más pruebas de humildad nos despoja de él.

Jesús nos lo dice claro y alto, solo negándonos a nosotros mismos y llevando nuestra cruz podemos seguirle.

24 Entonces Jesús dijo a sus discípulos:
—Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame (Mateo 16:24)

15 Lo que hago, no lo entiendo, pues no hago lo que quiero, sino lo que detesto, eso hago. 16 Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la Ley es buena. 17 De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que está en mí. 18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no habita el bien, porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. 19 No hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. 20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que está en mí. (Romanos 7:15-20)


Que Dios os bendiga, Alfons <><

Primera edición del libro electrónico con 1 año de reflexiones, versículos e ilustraciones de Manuel Redondo, a la venta en Amazon:

http://www.amazon.com/dp/B00D7IM000
http://www.facebook.com/UnDiaUnaReflexionUnVersiculo
http://un-dia-una-reflexion-un-versiculo.blogspot.com/
http://undiaunareflexionunversiculo.wordpress.com/

Església Evangèlica La Gràcia de Déu
Ciutat de Balaguer, 40, Barcelona
Cada domingo a las 18 00, ¡OS ESPERAMOS!

No hay comentarios:

Publicar un comentario