LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

jueves, 22 de marzo de 2018

CORRUPCIÓN


La corrupción es un virus generado por la mente, y que se transmite por la boca, para contagio de aquellos que tienen las defensas bajas y el apetito desenfrenado. (Anónimo) 


Cada sociedad ha tenido y tiene sus signos diferenciales, la nuestra está marcada por la corrupción en todos los ámbitos de nuestra sociedad. No porque sea una enfermedad moderna, no, sino porque siendo un pecado humano desde el principio de los tiempos, hemos sido capaces, hoy, de elevarla a modus vivendi.

Hoy tenemos tendencia a cualificar la corrupción como una forma errónea de actuar y eso hace que no estemos lo suficientemente preparados para resistir sus envites. Nace en nuestro corazón, se desarrolla en nuestra mente para finalmente expresarse por nuestros actos. Si todos fuéramos conscientes de este hecho, tal vez caerían menos en sus garras.

Nuestra codicia, nuestro afán de lucro, son motores naturales de la corrupción. Cuanto más tenemos, más queremos. Cuanto más queremos más deseamos y eso nos lleva a elegir la forma de apropiación siendo la corrupción la más fácil y apetitosa para los esclavos de la vorágine secular.

Si se pudiera llevar consigo todas sus riquezas tras la muerte el corrupto sería un señor con éxito. Por suerte la muerte solo atrapa nuestras almas para presentarlas a Jesús, nuestro Señor, impoluto, incorrupto, puro e infinito. Que contraste más grande.

Lo seductor de la corrupción para sus adeptos es que ensucia tanto al corruptor como al corrupto por lo que no se sienten diferentes.

El afán de poder es uno de los factores más evidentes en los corruptos, cambian el dinero por algo que, por mucho que lo pretendan, nunca lo conseguirán. Porque toda la gloria, la honra y el poder son de nuestro Señor Jesucristo.

Los políticos justifican sus corrupciones por el bien ajeno, el de sus partidos, el de sus votantes. Pero a quien quieren engañar, nada bueno sale del árbol corrompido, ni tan solo la leña podrida que de él quedará servirá para alimentar el fuego.

El corazón del hombre es un hervidero de sentimientos, de sensaciones, de emociones que nos atraen constantemente hacia tentaciones impuras, corruptas. Nada nuevo bajo el sol, somos pecadores pero no por ello necios. Aceptar nuestra condición es el primer paso para emprender el camino de la salvación, aquel en el que siempre tendremos a Jesús de compañero y sustento, al Espíritu Santo de consejero e inspirador y a Dios esperándonos como hijos suyos que somos.

No es de extrañar que uno se sienta pringoso cuando vive corrupto porque la corrupción no solo ensucia el alma, también el cuerpo aunque no lo veamos.

Ante la fuerza dominante de la corrupción la obediencia es una virtud sanadora. La obediencia a Jesús, en humildad de corazón y espíritu. Amen

Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. (Gálatas 6:8)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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