LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

miércoles, 6 de junio de 2018

TODO ES RELATIVO


Todo depende de todo hasta que nada dependa de nada, ¿o es al revés? (Anónimo) 


Los hombres nos dedicamos a juzgar situaciones, personas, ideas y todo aquello que se nos ponga delante, pero si pensamos en nuestra forma de pensar descubriremos con asombro que nuestro juicio ha ido variando con el paso de los años. Por ejemplo aquello que nos era intolerable de joven ahora no solo es comprensible sino que, a menudo, es normal y lógico. Algunos se atreven a llamarlo madurez, ¡¡¡que osadía!!!

El mundo de nuestra juventud no entendía de sutilezas pasábamos de lo blanco a lo negro con tanta celeridad como convicción obviando cualquier matiz. Los años taladran estos comportamientos con cinceles tan duros como el diamante hasta que acabamos rindiéndonos a una realidad que, no por ser diferente, sí la consideramos de otra manera, con el fruto de nuestra experiencia.

Los científicos nos dicen que el tiempo es relativo. ¿El tiempo? No lo sé, pero su percepción sí que es relativa porque se nos hace una eternidad cuando ansiamos que algo no suceda mientras que aquello que deseamos tanto, no nos damos cuenta y ya ha pasado.

Pero no solo el tiempo, nuestras responsabilidades también nos parecen relativas seamos jueces o seamos enjuiciados. Tenemos tendencia a ser estrictos con nuestros dictámenes y relativos con nuestras culpas. Nada nuevo bajo el sol.

¿O qué decir de nuestras pasiones o de nuestro amor? ¿No los destilamos en función de nuestras afinidades o estados de ánimo? Y tanto y el que no esté de acuerdo que tire la primera piedra.

En este concepto de la relatividad hay un aspecto que nos atañe constantemente a los cristianos que es la diferencia de tiempos entre lo divino y lo secular. Lo que es un instante para Dios puede ser una vida o incluso varias generaciones para los hombres. Claro está que nuestro concepto del tiempo es bien diferente del de Dios y por ello nos es tan difícil, no ya entender, que nos es imposible, sino aceptar que las cosas que la Biblia nos anuncia no pasen al ritmo que nos gustaría que sucedieran.

También nuestra forma de valorarnos depende de la capacidad que tenemos de abstraernos de autocomplacencia y condescendencia, dos rasgos que son potenciadores de la relatividad con la que juzgamos nuestra propia condición. Y es que todo es relativo para los hombres.

La gran diferencia entre los seres humanos y Dios es que allá donde todo es relativo para los hombres (fue la serpiente y no Adán y Eva los culpables, ellos solo cayeron en la trampa), para Dios es absoluto como su amor, su gracia, su pureza.

Tenemos un espejo donde mirarnos para evitar la relatividad de nuestras tendencias, Jesús. Él es el verbo, el yo soy. Declaraciones que no dejan espacio a la relatividad sino que nos obligan a definirnos con determinación y sin ambigüedad. Amen

Antes que naciesen los montes Y formases la tierra y el mundo, Desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios. Porque mil años delante de tus ojos Son como el día de ayer, que pasó, Y como una de las vigilias de la noche. (Salmo 90 2:4)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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