LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

sábado, 13 de junio de 2020

SUERTE O AZAR


El azar es fortuito y la suerte casual aunque ninguno de ellos existe. (Anónimo) 

Cuántas veces hemos dicho, “qué buena o mala suerte tengo”. ¿Cuántas?

O, “esto es fruto del azar” cuando no encontramos otra explicación.

Todos hemos caído en esta trampa, lingüística para muchos pero también espiritual para algunos.

Porque los cristianos sabemos que el azar o la suerte no existen, no son. La providencia del Señor sí. Y por mucho que intentemos voluntaria o involuntariamente obviarlo, todo tiene un sentido si bien todos no tenemos la perspectiva para verlo en un primer instante, o quizás nunca.

De pequeño estaba fascinado por Napoleón y sus batallas y cómo vivía cerca del museo des Invalides en Paris iba a menudo a visitarlo y me pasaba horas delante de todas las reconstrucciones con soldaditos de plomo de las grandes batallas que ganó. Austerlitz, Wagram y tantas más. Y lo que ahora me horroriza, la guerra, me fascinaba porque conllevaba el concepto de victoria, de hazaña bélica. Era un crio y ver tal ingenio era para mí una fuente de interés importante. Lo que más me sorprendía era que los generales los jefes iban todos a caballo y además estaban relativamente lejos de la batalla siempre en una colina que les daba una perspectiva inmejorable. Pero por muy listo que se creyera Napoleón también tuvo su Waterloo.

Ahora que estoy llegando al ocaso de mis días en este mundo, lo entiendo mejor. Es más lo comprendo. Es como si estuviera en esa colina montando un caballo precioso y mirando la llanura de todas mis batallas pasadas.

El tiempo nos da lo que la inmediatez nos arrebata, perspectiva. Porque cuando uno está en medio de sus batallas es como si estuviera intentando mirar el bosque pegado a uno de sus árboles. No se ve nada o peor vemos un trozo que nos puede hacer creer lo que no es.

La paciencia es una buena hacedora de perspectiva, modifica a menudo el punto de vista inicial que teníamos sobre las cosas.

Los que somos de Jesús sabemos esto y aunque la tentación nos acecha, sabemos que nada le es extraño. Que, en Él, todo tiene una razón de ser, para bien, en nuestras vidas. Aunque no lo entendamos en aquel momento, aunque incluso nos indignemos o nos rebelemos. No cambiará nada y al final nos daremos cuenta, si somos honestos y fieles a su palabra, que Él siempre tiene razón. Por ello su providencia es fruto de su gracia y se expresa de múltiples formas dándonos lo que necesitamos, mas no lo que le pedimos.

Yo tengo tantos ejemplos de la providencia de Dios en mi vida que solo le puedo estar infinitamente agradecido. Como cuando evitó, en una milésima de segundo, que atropellara un motorista. Ese día fue terrible, temible y en mismo glorioso porque su divina providencia me arropó con todas sus fuerzas y me salvó. Los hombres lo llamarían suerte, para mí, decir o pensar eso, es una forma de vilipendiar el efecto de Dios en nuestras vidas. Es pecado.

Por ello cada vez que tengo la oportunidad, tanto en mi boca como en las expresiones de los demás, intento regalarles el efecto y la bondad del significado la providencia de Dios. Muchos no me entienden o así lo pretenden, otros se ríen de mi supuesta ingenuidad, pero algunos, a veces escuchan.

36 Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén. (Romanos 11:36)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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