Debemos aceptar la desilusión finita, pero nunca perder la esperanza infinita. (Martin Luther King)
Poner esperanzas en algo, alguien, es exponerse a una
posible decepción. Pero contrariamente a lo que podríamos pensar, cuando esto
sucede, en la mayoría de los casos, el causante somos nosotros mismos.
¿Cuántas veces le hemos fallado a Dios? Más de lo que a uno le
gustaría recordar.
¿Lo hemos decepcionado? O dicho de otra forma ¿es la decepción
un criterio divino? Es interesante observar que si buscamos en Google: “Dios
decepcionado” la gran mayoría de las respuestas que se encuentran, se refieren a
lo contrario, el hombre decepcionado con Dios.
Dios no conoce la decepción porque, Él, todo lo sabe sobre
nosotros. Nos conoció antes de que fuéramos concebidos.
Dios es omnisciente, los hombres somos omnívoros.
La decepción es un sentimiento temporal, ajeno a la infinidad
de Dios.
Martin Luther King lo expresó con una frase preciosa que nos
recuerda que solo Dios es capaz de ser fiel y merecedor de nuestras esperanzas.
Cuando me siento decepcionado por alguien pienso:
·
¿cuántas veces le habré hecho yo lo mismo a Dios?
·
¿Debo estar resentido con aquel o aquella que me
falló, cuando Dios, por su Gracia me perdona y ama tal como soy?
Es muy difícil actuar como Jesús actuaba con nosotros, enseñándonos
el camino a seguir para ser hijos de Dios. Cuanto más, cuando a veces nos
enfrentamos a actitudes reiterativas que minan nuestra voluntad de obedecerle.
A menudo me pregunto ¿qué haría Jesús frente al despecho
constante? Porque perdonar una y otra, y otra, y otra vez, sin que los comportamientos
cambien. Eso nos lleva al desanimo. Lo único que nos queda es orar por aquel/la
causante de nuestro dolor. Jesús nos pide amar a nuestros enemigos, yo diría
que esto incluye también a aquellos que nos decepcionan, si bien esto es todavía
más difícil porque tenemos que vencer además ese sentimiento amargo de traición
o de abandono que nutre nuestro corazón en esos casos.
He aprendido una cosa muy importante que Dios me ha enseñado
a golpes de ejemplos dolorosos en mi vida:
Cuando no ves la solución es porque no la tienes ¿Y por qué
no la tienes? Pues porque la tiene Dios. En consecuencia, deja a Dios lo que es
de Dios, y sé paciente a la espera de que Él te responda, y te guie. Abandonar
tu ego y entregarte al YO SOY es prueba de sabiduría, y de alivio diría yo.
Debemos pensar que muy a menudo nuestras decepciones no son
otra cosa que la voluntad de Dios que nos paremos y tengamos la paciencia de
escuchar su respuesta. No la que queremos, sino la que Él tiene para nosotros.
La reiteración del camino equivocado siempre genera
decepción hasta que nos percatamos que no es el correcto. Es obra de Dios
hacernos conscientes de nuestros yerros a través de nuestras pruebas. El peor
de ellos es aquel que nos hace pensar que las cosas dependen de nosotros cuando
en realidad, en la melodía de la vida, solo somos un instrumento.
La decepción humana no pesa nada frente a la esperanza
divina, nada nuevo bajo el sol.
Salmo 139 DIOS todo lo sabe
33 Y si hacéis bien a los que os hacen bien,
¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo. 34
Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis?
Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto.
(Lucas 6:33-34)
Que Dios os bendiga, Alfons <><
Primera edición del libro electrónico con 1 año de
reflexiones, versículos e ilustraciones de Manuel Redondo, a la venta en
Amazon:
http://www.amazon.com/dp/B00D7IM000
http://www.facebook.com/UnDiaUnaReflexionUnVersiculo
http://un-dia-una-reflexion-un-versiculo.blogspot.com/
http://undiaunareflexionunversiculo.wordpress.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario