LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

sábado, 28 de mayo de 2022

EMPATIA

Solo el ego puede infectar la empatía. (Anónimo)

Vivimos en un mundo egoísta, ególatra, egocéntrico, egotista.

El ego es el credo de la sociedad moderna en la que solo valen las personalidades propias más allá de cualquier otro valor.

Es amarse a sí mismo como a sí mismo, sin intermediarios, sin filtros.

La empatía es veneno para el ego, porque nos obliga a abandonar el culto a nuestro sacrosanto yo.

¿Hay que quererse a sí mismo? Pues claro que sí, pero en si no puede ser nuestro propósito porque entonces caemos en la trampa del ego. Hay que quererse a sí mismo para poder querer con genuinidad a los demás. Para hacer del amor una necesidad intrínseca de nuestro ser.

Hay que compartir con los demás, pero no solo lo bueno también lo malo. Y no solo lo nuestro también lo de los demás.

La empatía nos invita a hacer de nuestras vidas un puerto de buen cobijo para las almas en pena, para las desesperanzas más profundas. Pero también para las alegrías más grandes, y las más modestas porque en tema de sentimientos no se mide el tamaño, sino los daños o ganancias que provocan.

No hay placer más grande que compartir con los demás dice el sabio, mientras el necio, él, está ocupado a amagar, y amargar, sus ganancias.

La empatía invita a la misericordia, a la humildad, a la discreción. Porque solo aquello que se comparte con amor es buena siembra en camino de santidad.

Los padres aprendemos a sufrir por y con nuestros hijos, a alegrarnos por y con nuestros hijos, a vivir por y con nuestros hijos. Los que no, no son padres son meros progenitores indignos de su legado.

Dios, nuestro Padre, nuestro creador, nos da la mayor prueba de empatía que pueda existir, mediante Jesús, nos envía el Espíritu Santo para que este en nosotros, con nosotros. Para que su presencia sea guía y confort en la senda de nuestra vida, compartiendo todo lo bueno y ayudándonos a transformar en bendiciones todo aquello que nos afecte con dolor.

Solo aquel que comparte con los demás sabe lo que es amar más allá de sí mismo. Es una bendición.

La empatía no se aprende, no se da, no se compra. Es una actitud natural de las almas benditas.

La empatía que no da frutos no es empatía, porque identificarse con los demás no es suficiente, solo es el primer paso para compartir haciendo que llevemos juntos el peso de las penas y glorias que vivimos.

En el camino de nuestra vida, la empatía es como rio de agua fresca, como un oasis en un gran desierto árido. Nos anima, nos invita a alentar a los demás, y a compartir lo poco que tenemos para transformarlo en lo mucho que, juntos, podemos. Amen

15 Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran. (Romanos 12:15)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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