Perdonar es vivir el amor, pedir perdón es convivirlo. (Anónimo)
Perdóname Señor, por lo que soy; alma perdida, por cómo soy;
orgullo erguido en su ego, porque intento ignorar que sin ti no soy.
Perdóname Señor por no compartir mi vida contigo, por obviarte
en mis éxitos y por culparte de mis fracasos.
Perdóname Señor por dejar que mi yo niegue tu YO SOY. Por
dejar que mi vanidad empobrezca mi sabiduría, que mi ser viva de mi parecer.
Perdóname Señor por negarte la única plaza de honor viva en
la mesa de mi vida, cediéndosela a mis concupiscencias.
Perdóname Señor porque cuando me levanto no eres lo primero
en lo que pienso al despertarme, porque no eres el último en el que pienso cuando
me duermo, porque no te soy agradecido ante tu Gracia, porque no soy humilde
ante tu misericordia, porque no soy un buen discípulo ante tus enseñanzas.
Tengo tantas y tantas cosas de las que pedirte perdón Señor,
que me hacen conscientes que, si no fuera por tu Gracia, no tendría lugar en la
mesa de la vida eterna que tu has preparado para nosotros.
Pero también perdonarme, padre, madre por mis
comportamientos inapropiados, por mi falta de respeto hacia vuestra dedicación.
Perdóname hermano por no estar a tu lado cuando me necesitas,
por escucharte cuando me confías tus inquietudes, por no apoyarte cuando
tambaleas, por no buscarte cuando te pierdes.
Perdóname amigo por querer ser tu compañero de viaje, pero
no de bagaje, por estar cuando me interesa más que cuando me necesitas, por
compartir tus alegrías y huir de tus miserias.
Perdóname desconocido a quien giro la cara para no verte, a
quien niego una limosna cuando la necesitas, a quien menosprecio cuando has
perdido tu dignidad, a quien juzgo cuando la vida ya te condenó.
Perdóname enemigo mío por devolverte, o así intentarlo, mal
por mal, por maldecir tu presencia, por alegrarme de tu ausencia, por condenarte
con prejuicio, por no obedecer a Jesús y amarte sin parcialidad.
¿Y yo a quién perdono?
Si me hago esta pregunta es que ya no estoy obedeciendo los
mandamientos de Jesús, porque el perdón no se cuestiona, se da con amor, no
esperando nada a cambio.
No busquemos razones para perdonar sino perdonemos sin
razones que justificar.
Aquel que arguye el perdón se lo niega a si mismo porque
Jesús nos perdono a pesar de nuestra condición, ¿Qué menos podemos hacer
nosotros con los demás?
Contrariamente a lo dicho en una famosa obra cuyo nombre no quiero
recordar, la caridad bien entendida NO empieza por uno mismo, sino por los
demás.
Si Jesús nos hubiese juzgado como nosotros enjuiciamos a los
demás no habría salvación. Si nosotros actuamos como Él nos ha enseñado,
caminamos en senda de santidad.
El amor no se paga con amor, el amor de vive con amor y el
perdón es su llave de paso.
31 Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. 32 Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. (Efesios 4:32-33)
Que Dios os bendiga, Alfons <><
Primera edición del libro electrónico con 1 año de
reflexiones, versículos e ilustraciones de Manuel Redondo, a la venta en
Amazon:
http://www.amazon.com/dp/B00D7IM000
http://www.facebook.com/UnDiaUnaReflexionUnVersiculo
http://un-dia-una-reflexion-un-versiculo.blogspot.com/
http://undiaunareflexionunversiculo.wordpress.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario