En este mundo somos todos recuerdos en potencia que, con toda seguridad, acabaran en el olvido.
Todos queremos ser recordados pero ¿de quién nos acordamos nosotros?
Todos tememos ser olvidados pero ¿a cuantos y cuantas hemos olvidado?
Los recuerdos son terapia pero también son trampa de dolor que alimenta la venganza.
El olvido es un mal endémico pero también es suave medicina que alimento el perdón.
No podemos escaparnos ni del uno ni del otro: no nos olvidemos de lo bueno ni nos recordemos de lo malo, de sabio es administrar estas habilidades con discernimiento.
"Asimismo he visto a los inicuos sepultados con honra; mas los que frecuentaban el lugar santo fueron luego puestos en olvido en la ciudad donde habían actuado con rectitud. Esto también es vanidad." Eclesiastés 8:10
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