OBEDIENCIA

Todo tiene un coste, el de la obediencia es la
muerte de nuestro orgullo y su mejor moneda de cambio, la vida en
mansedumbre.

La obediencia nos obliga a cumplir lo que el libre
albedrío nos exige encontrar pero que nunca hallaremos porque unos ojos
vendados no pueden acertar su camino.

La desobediencia es el primer acto de vanidad del
ser humano, en el jardín del Edén y en el de nuestra casa.

La obediencia es redención santificadora para los
justos y manumisión condenatoria para los incrédulos, porque la libertad no
está en romper tus cadenas mas sí en ver que te mantienen unido a tu
salvador.

Los padres exigimos obediencia a nuestros hijos por
su bien, mas nos olvidamos o la negamos a nuestro Padre, tal somos los
hombres, pedimos lo que nos cuesta dar y queremos lo que no nos merecemos.

Es más fácil desobedecer que obedecer como es más
cómodo bajar que subir, mas nunca veremos el sol desde las profundidades de
nuestra condición, ni encontraremos a nuestro Padre desde la rebeldía de
nuestra mente.

La fe es obediencia ciega para aquel que quiere ver
más allá de su capacidad de percibir, porque lo oculto solo se revela al
hombre que no se rebela.

Si con lo perfecto, puro e intachable que era
nuestro Señor, fue siervo de obediencia al Padre, ¿cómo podemos ser,
nosotros, factores de desacato?

“Porque así como por la desobediencia de un hombre
los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de
uno, los muchos serán constituidos justos.” Romanos 5:19

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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