ACONGOJADO

Si el hombre fuera bueno no vagaría ni una mirada
acongojada en este mundo, pero el hombre es todo menos amor y el mundo una
estación de almas perdidas.

Hay palabras en desuso, como acongojado, no porque
no reflejen un contexto moderno, mas sí porque nuestro mundo rechaza el
desamparo y la desesperación ya que interpelan nuestros sentimientos
invitándonos a evitarlos para soslayar toda contaminación.

Nuestras calles están llenas de miradas acongojadas
a las que nos resistimos responder, no sea que exhorten nuestra consciencia
y nos obliguen a enfrentarnos a nuestra falta de amor y compasión.

Estar acongojado es sentir y sufrir el peso de
nuestra desolación como un lastre que nos arrastra irremediablemente hacia
las profundidades de un pozo sin fondo.

Cuando creemos que toda esperanza ha desertado
nuestra vida nos encogemos hasta la extenuación de nuestros sentidos
adoptando la posición del feto que desea volver a sus orígenes, acongojado
por su existencia.

El corazón acongojado precisa de una boya de
salvación, y solo hay una baliza que responde a tal necesidad, Jesús. ¿Lo
sabes, o prefieres ignorarlo?

“El escarnio ha quebrantado mi corazón, y estoy
acongojado. Esperé quien se compadeciese de mí, y no lo hubo; Y
consoladores, y ninguno hallé.” Salmo 69:20

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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