LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

viernes, 12 de enero de 2018

¿LA, O LA NUESTRA?

La tiranía se manifiesta cuando nuestra capacidad de interpretación se transforma en máquina de edictos. (Anónimo)

En muchas conversaciones, y en las espirituales más si cabe, caemos fácilmente en la confusión de lo que es una cosa o un concepto como, la Verdad o la Realidad cuando lo cierto es que estamos hablando de lo que es para nosotros o sea de nuestra verdad o de nuestra realidad.

Los dogmas son un ejemplo del riesgo que comporta esta confusión porque la Verdad revelada por Dios es una pero la que cada uno de nosotros interpretamos es tan diversa como hombres hay en la tierra.

¿Es eso malo? Por supuesto que no, siempre y cuando no intentemos imponerla a los demás y que, mediante el respeto ajeno, nos enriquezcamos de nuestras diferencias.

No hay verdad o realidad humana que no vaya evolucionando a lo largo de nuestros estudios, discusiones, interpretaciones, experiencias. Eso es lo maravilloso de nuestra imperfección, que podemos ir progresando hacia la perfección.

El principio de la sabiduría reside en saber escuchar las verdades de los demás para enriquecer la nuestra. El de la necedad, en confundir nuestra verdad con la Verdad.

Por ello asusta y preocupa cuando vemos a quienes abanderan la Verdad como una Realidad única e inequívoca que, por mucho que se defiendan de ello, no deja de ser la suya. Suelen ser esos mismos que a través de esta actitud son dadores de lecciones de cómo ser buen cristiano como ellos los son. Vanidad de vanidades, nada nuevo bajo el sol.

Los misterios de la palabra son eso, misterios, que no nos son revelados por voluntad de nuestro creador. Y uno se puede preguntar ¿qué Dios es ese que no les dice todo a sus hijo? Aquel que sabe que lo impuro no puede asimilar lo puro pero que quiere a sus hijos más allá de su condición. Los misterios de la palabra son una prueba constante de nuestra fe y de nuestro orgullo porque hasta cuando seremos capaces de aceptar que no somos capaces de entenderlo todo. Muchos se empecinan en buscar respuestas y de imponerlas a los demás creando dogmas humanos que solo empobrecen el espíritu de aquellos que los abrazan. Pero la realidad es que no entenderlo todo es parte de nuestra condición humana y aceptarlo confiando en el Señor es la mejor forma de caminar en santidad. Jesús, el Dios vivo, nos dejó al Espíritu Santo como compañero del alma para que seamos capaces de aceptar lo inaceptable desde el punto de vista humano. La fe mueve montañas para aquellos que confían en Dios con cuerpo y alma. Los milagros son ejemplos constantes que ponen a prueba nuestra capacidad de abnegación y entrega a nuestro creador. A menudo atribuimos a la suerte todo aquello que no somos capaces de interpretar como hechos que no son de nuestro alcance pero la verdad, mi verdad, es que donde la providencia de Dios rige no hay espacio para el azar.

Las casualidades de la vida no son sino causalidades de nuestra condición, solo una falta de perspectiva nos impide verlo con claridad.

La Verdad es una, es pura como su creador, como nuestro creador por ello apropiársela es cometer pecado de soberbia. La humildad que requiere enfrentarse a ella no obliga a interpretarla como nuestra verdad, tan imperfecta y tan rica como lo somos nosotros y eso no es malo, lo malo es pretender que nuestra verdad es LA VERDAD.

Allí donde la Verdad de Dios nos hace libres la verdad de los hombres nos esclaviza al pecado.

31 Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él:
—Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 32 y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres. (Juan 8:31-32)


Que Dios os bendiga, Alfons <><

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