LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

martes, 19 de septiembre de 2017

BAJO LA SOMBRA DEL ALCORNOQUE

Nadie ha sostenido la mirada del sol sin pagar con ceguera el precio de tal osadía. (Anónimo)

¿A quien no le gusta brillar? El brillo desprende una luminosidad consumidora y todo aquel que persiste en mantenerla acaba apagándose como una vela desgastada.

El sol no está para que queramos imitarlo sino para que sepamos resguardarnos de él aprendiendo a aprovechar sus bondades. Su presencia pone de manifiesto la vida porque, él, es fuente de ella. Ilumina nuestros caminos y hace que las praderas se cubran de flores que le rindan pleitesía. Es fuente de vida de plantas, animales y seres humanos porque nos ofrece a todos la energía que necesitamos pero también nos obliga a ser conscientes de su fuerza y de su potencia abrasadora. De que lo grande, lo sublime no lo podemos mirar cara a cara, que debemos agachar la mirada para no perder la vista. Es así del sol y todavía más de Dios. Nos recuerda la humildad con la que debemos llenar nuestra vida.

Sin él, todo sería tinieblas, hasta la luna dejaría de manifestar su presencia entregándose a la oscuridad del entorno. Veríamos otras estrellas, sí, las veríamos pero no gozaríamos de la nuestra y de sus efectos benefactores. Seriamos como huérfanos en un universo lleno de familias perfectas.

El alcornoque es un árbol precioso que ampara a todo aquel que quiere gozar del sol, a su sombra. Nos enseña que si sabemos estar bajo su protección tendremos buenos frutos del sol que lo acaricia, como las setas y los helechos. Es robusto y protector, aguanta tormentas y sequías más que muchos de sus congéneres. Es un árbol que nos recuerda la humildad que debemos tener para poder gozar de la pureza de Dios, tanto como nuestros ojos la del sol.

La sombra del alcornoque es como un trozo de paraíso en la tierra, no nos protege de la crueldad del mundo si nos alejamos de ella, pero siempre podemos contar con su presencia y resguardarnos en ella. El aire fresco que por ella circula nos recuerda que vivir no solo es dolor y sufrimiento, también gozo y alegrías pero para ello hay que saber encontrar el alcornoque de nuestra vida, aquel que nos resguardará de los demás y de nosotros mismos. Jesús.

Debemos aprender a vivir bajo el amparo de nuestro Señor Jesucristo porque, sin Él, solo somos sombras errantes que desaparecen en las tinieblas.

Porque ¿quién sabe cuál es el bien del hombre en la vida, todos los días de la vida de su vanidad, los cuales él pasa como sombra? Porque ¿quién enseñará al hombre qué será después de él debajo del sol? (Eclesiastés 6:12)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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