LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

viernes, 1 de diciembre de 2017

EL HOMBRE CAÍDO

El hombre caído no es aquel que rae el suelo con su lengua sino con su alma. (Anónimo)

No hay justicia en la justicia de los hombres, solo el mero reflejo de nuestras propias iniquidades. No somos ecuánimes ni bondadosos solo somos impulsivos y cargados de perversidades.

El que no acepta esta verdad nunca podrá entender el pecado original que mora en cada una de nuestras almas. Es más se indignará de pensar que nacemos condenados porque rehúye la necesidad de ser agraciado. No acepta que seamos dependientes de una voluntad suprema, que pertenezcamos a nuestro creador, que nuestro libre albedrío solo nos haya servido para condenarnos a nosotros mismos.

El que no acepta esta verdad vive de su orgullo y de su vanidad que lo irguen por encima de los demás como estatua de barro llamada a caer y destrozarse en mil pedazos. Su ego es más importante que su alter ego, su cuerpo es más importante que su espíritu. Nada nuevo bajo el sol.

El hombre caído no es aquel que desde el suelo te pide limosna sino el que pasa delante de él y gira la mirada.

El hombre caído no es el que peca sino el que no se arrepiente profundamente de sus pecados ante nuestro Señor.

El hombre caído no es aquel que todo lo pierde sino aquel que cree que ya no tiene nada por ganar.

El hombre caído no es el que es enterrado bajo sus oprobios sino el que es ensalzado por ellos.

En un mundo de hombres caídos todos los que están de rodillas ante Jesús bendiciéndolo se elevan hacia la santidad.

Si bien por el pecado de uno caímos, por el sacrificio de Jesús fuimos redimidos. No reconocer nuestra caída es negar a Jesús, es perder la oportunidad de gozar de su Gracia.

Dicho así parece fácil, o como mínimo sencillo, pero nuestras mentes son actores perversos que tienden a hacernos creer que nos podemos levantar por nosotros mismos porque “tú lo vales”. La secularidad nos invita constantemente a superarnos haciendo de la humildad un defecto y de la bondad una tontería inútil. Nuestro yo, fruto de nuestro ego, es el maestro de ceremonia de todos los dioses mundanos de nuestra sociedad e invita a sus comensales a una orgía constante de despropósitos donde el mal es un mal menor o peor un mal necesario.

No somos de este mundo, pero estamos llamados a ser sal y luz en este lugar de tinieblas y de hombre caídos que rehúsan la oportunidad de cambiar su destino.

Líbranos Señor de las cadenas del pecado y no dejes que nos alejemos de tí. Amen.

18 Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida.

19 Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos. (Romanos 5:18-19)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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