LA CREACIÓN

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DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

miércoles, 27 de diciembre de 2017

EL RECOLECTOR DE LÁGRIMAS

Las lágrimas son la esencia de nuestra alma, derramada a nuestro pesar. (Anónimo)


Las lágrimas marcan el camino de nuestra vida dejando un rastro de dolor o de gozo que humedece la tierra de nuestras penas y glorias.

Lloramos de alegría, y suele ser un júbilo intenso, cuando este invita nuestras lágrimas a ser testigo de ello. Es una forma de puntuar la profundidad de nuestra emoción. Como si un dolor profundo se transformara, por arte de magia, en un placer intenso.

Cuando lloramos de pena es porque alcanzamos el punto álgido de nuestro dolor, aquel que solo podemos aliviar con la frescura de nuestras lágrimas. No controlamos su flujo y menos su aparición pero cuando entran en escena muestran la vulnerabilidad que pretendemos esconder.

El llanto con desconsuelo es un acto desesperado de manifestación de nuestro desamparo frente a aquello que nos atañe, suele ser provocado por heridas profundas ya sean del cuerpo o del espíritu.

Hay quien dice que llorar es de niñas pero la verdad es que solo los muertos en vida no lloran, los demás son objeto de la sensibilidad del alma que nos invita a derramar nuestros sentimientos haciéndolos públicos.

Hay potenciadores de las lágrimas como la compasión, el amor, el dolor, la ira. Unos son fruto de nuestra condición pecaminosa y otros de la voluntad de salir de ella.

El que se avergüenza de sus lágrimas no tiene autoestima.

Jesús lloró y fue una prueba fehaciente de su humanidad porque la compasión que manifestó frente a la muerte de Lázaro es aquella que manifestamos todos aquellos que estamos movidos y conmovidos por el amor ajeno.

Dios en su gran sabiduría nos ha hecho don del amor que Él mismo nos tiene y cuando nosotros lloramos Él es el recolector de nuestras lágrimas. Las guarda como el bien preciado que son para Él para que, en su debido momento, rieguen las semillas de nuestras bendiciones.



35 Jesús lloró. 36 Dijeron entonces los judíos:
—¡Mirad cuánto lo amaba! (Juan 11:35-36)

Oye mi oración, Jehová, y escucha mi clamor. No calles ante mis lágrimas, porque forastero soy para ti y advenedizo, como todos mis padres.(Salmo 39:12)

Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. (Salmo 103:1-2)


Que Dios os bendiga, Alfons <><

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