LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

viernes, 25 de enero de 2019

MALICIA


La malicia no está en lo que se piensa sino en cómo se piensa. (Anónimo) 


Cuanto más malicia más inseguridad de la misma forma que cuanto más inocencia más confianza. Es una paradoja inaceptable para los incrédulos y un paradigma de la fe para los creyentes.

Se atribuye fácilmente a la inocencia su falta de malicia como si eso fuera una debilidad. Cierto es que la ausencia de malicia nos acerca a la inocencia pero no como muchos piensan a su lado débil, no, sino a su parte más genuina, más sincera, donde impera la confianza y el amor.

A menudo se confunden las personas bondadosas y sencillas con personas débiles y maleables. Eso es porque se les atribuye carencia de malicia, y exceso candidez. Esta forma de pensar solo es necedad empedernida de aquellos que están tan acostumbrados a sus propias maldades que solo saben ensuciar aquello y/o aquellos a los que miran.

La mirada es la antesala de nuestra malicia, nos da a escoger el qué hacer con lo que vemos. Hace falta mucho amor y mucha fe para mirar evitando su tentación y buscar lo bueno dentro de lo malo y no lo contrario.

Muchos se creen inteligentes por su abundancia de malicia, es más, suelen ser reconocidos como tales por sus pares cuando Jesús nos enseña, con su vida como testimonio, que no hay espacio para la malicia en el modo de pensar de aquel que ama.

La malicia es cobijo de envidias, egoísmos, maldades de todo tipo entonces ¿por qué la venera tanto el hombre? Será porque de esa manera se siente superior a los demás. Lo que ignora es que ese pedestal lo aboca al vacío de su vanidad.

Sospecho que el hombre busca en la malicia una forma de tutear a Dios, insensato aquel que lo intenta o ¿alguna vez lo finito consiguió alcanzar lo infinito? Sigue corriendo estólido, que ni tu mente, ni tu cuerpo y menos tu alma nunca llegaran a vislumbrar la luz.

¿Por qué será que nos encanta tanto la inocencia de nuestros hijos, esa misma que rechazamos a lo hora de actuar como adultos? Se dice que uno pasa a ser adulto cuando pierde su inocencia. No pasamos a ser adultos pasamos a ser conscientes de nuestros pecados y responsables de nuestras decisiones.

¿Quién no ha pensado más de una vez de sus hijos: por qué no se quedan pequeños y así no pierden su inocencia? Esto debería invitarnos a pensar qué opina Dios cuando nos mira a nosotros.

La inocencia es el resultado de la confianza absoluta que tenemos en nuestros tutores. Se ve en los niños con sus padres. También es notorio que la primera forma de perderla es retar a nuestros tutores hasta al final, con los años, superarlos. Si bien esto es verdad con los hombres cuando de Dios se trata, aquellos que lo intentan se estrellan en sus vanidades y en el pecado que las alimenta. Solo confiando en Dios mediante la ayuda del Espíritu Santo y la guía de Jesús aprenderemos a descansar en confianza e inocencia genuina, a descansar en el amor y la Gracia de nuestro creador.

Los cristianos, para el mundo, nos caracterizamos por la parte ingenua de nuestras creencias considerándolas un candor debilitante. Por suerte no será el mundo quien nos juzgará y nos acogerá en su seno sino Jesús y Él sí que quiere y desea que tengamos un corazón genuino libre de pecado porque el pago con su vida el precio de las nuestras.

20 Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar. (1 Corintios 14:20)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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