En este mundo todo tiene un final marcado por su principio, es el destino de todo lo finito prisionero de sus limites.
El que se resiste a aceptar el final se tapa los ojos clamando ser ciego cuando en realidad no quiere ver más allá de lo que se está acabando.
Todo final es un principio, no verlo es negarse la oportunidad de continuar y arriesgarse a quedarse estancado en charco de melancolía.
No te olvides de lo que dejas mas alégrate de lo que te espera, esta es la diferencia entre nostalgia y recuerdo.
Acepta tu final en Jesucristo y se transformará porque solo Él es promesa divina de vida eterna.
El río nace en la montaña para morir en el mar, mas muchos son afluentes antes de llegar a su destino final. Así es nuestra vida.
“Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.” Eclesiastés 3:11
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