LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

martes, 21 de febrero de 2012

Un día, una reflexión, un versículo: Ilusiones vanas

El nieto se acostó junto a su abuelo y este empezó el cuento.

Érase una vez un pececito muy pequeñito, muy pequeñito, tan pequeñito que sus padres le tuvieron que poner un cascabel para saber donde estaba en cada momento.
Cada día se esforzaba mucho y mucho para ser el mejor, en la clase, con los colegas e incluso cuando se trataba de hacer carreras cerca de la playa. Era el que más profundo llegaba, el que más veloz nadaba, el que más rápido aprendía, lo tenía todo, bueno casi todo porque lo que más anhelaba se le resistía día sí y día también. Quería ser grande, muy grande y eso no llegaba. Tal era su desesperación que poco a poco se alejó de sus seres queridos obsesionado por su ambición.
Un día se topo con un Mero enorme, viejo, cansino, marcado por los avatares de una vida muy avanzada y le preguntó:
- ¿Qué has hecho para ser tan grande y porque pareces tan cansado, no deberías ser fuerte e invencible?
- Lo fui y de nada me sirvió mas por culpa de mi vanidad a todos mis amigos y familia perdí.
- ¿Pero cual fue tu secreto para ser tan grande?
- No hay secreto, cada uno nace con su propia condición, aceptarla con humildad es el secreto de la felicidad.
- Pero yo soy muy pequeñito y quiero ser grande y fuerte como tú lo eras.
- No busques lo imposible, te hará infeliz. Es más fácil buscar que encontrar por ello obviamos lo que tenemos a nuestro alcance porque preferimos posponer nuestras realidades persiguiendo sueños en vano.
En ese momento todo se hizo claro en la mente del pececito, entendió las sabias palabras de aquel enorme Mero. Le agradeció su enseñanza y volvió apresuradamente con su familia y amigos.
Desde aquel día se dice que en el fondo del mar hay un pececito tan pequeñito, tan pequeñito que sus padres le tuvieron que poner un cascabel para saber donde estaba en cada momento. A quién le pregunta si es feliz, él contesta:

- La felicidad no está en conseguir tus ilusiones, mas sí en ilusionarte con lo que consigues, esto me enseñó mi amigo el Mero.

Cuando el abuelo se giró para mirar a su nieto, este ya estaba durmiendo… feliz.

Los cuentos para niños son verdades de adultos.

“7 Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová, y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo. 8 Los que siguen vanidades ilusorias, su misericordia abandonan.” Jonas 2:7-8

http://un-dia-una-reflexion-un-versiculo.blogspot.com/

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