Las palabras se las lleva el viento mas los actos dejan huella.
Decimos mil veces cambiaré y nos pasamos toda la vida intentándolo.
Estamos llenos de buenas intenciones pero la pregunta es: ¿cuál es mejor propósito: decir aquello que quieres hacer o hacer aquello que quieres decir?
No anuncies a los demás aquello que pretendes antes de hora porque el tiempo medirá tus actos y todo aquello que en palabra se quedó es lastre de tu vida.
El movimiento se demuestra andando no hablando.
Las intenciones del ser humano son el reflejo de su mente, sus acciones el reflejo de su corazón por ello la fe se apodera de nuestro corazón y no de nuestra mente, para obras.
De sabio es no manifestar nuestras buenas intenciones y dejar que nuestros actos las revelen.
De necios es pensar que por mucho anunciar nuestras buenas intenciones acabarán haciéndose realidad.
Los hombres pensamos, hablamos, y a veces actuamos. Cuando deberíamos pensar, actuar, y a veces hablar.
Un anónimo dijo: El infierno está lleno de buenas intenciones y el cielo de buenas obras. Amen.
“3 Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume. 4 Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que le había de entregar:5 ¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres? 6 Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella.” Juan 12:3-6
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