EL ALFARERO

La diferencia entre un arqueólogo y un alfarero es que si bien ambos tratan los mismos objetos el alfarero no cesa hasta conseguir una vasija perfecta mientras el arqueólogo intenta recomponer vasijas de los trozos esparcidos por el tiempo. ¿Y qué somos nosotros sino imperfecciones recompuestas? (Anónimo)

El lodo es lugar de caída para los malvados pero también suministrador de materia prima para el alfarero y su obra perfecta.

La creación es un proceso maravilloso, hace de lo inútil obras de arte. El alfarero trabaja el barro para darle forma y si no le es dócil lo destruye para volver a obligarlo a su voluntad.

Cuando vemos los eventos trágicos que acontecen en este mundo no podemos más que sentirnos inmersos en medio del lodo putrefacto de nuestra condición. Nos es imposible imaginarnos que de tal basura puedan salir cosas buenas. Cuidemos nuestra vida para que sea una ofrenda constante a nuestro Padre celestial, conscientes que somos que por mucho que lo intentemos estará llena de tropiezos, manifestándole nuestro arrepentimiento y nuestra voluntad de ser sus hijos.

Solo el alfarero perfecto puede realizar una obra pura y ese es Dios y su obra seremos nosotros cuando, renacidos, a su lado vivamos la eternidad.

Hay tantos estilos como alfareros en este mundo y tantos comportamientos como seres humanos pero lo único que nos une es que la obra del alfarero con el tiempo se hará polvo y nosotros, como seres de este mundo, también.

Sin agua no hay vida y sin agua tampoco hay barro. Elijamos el agua de vida de Jesús para el barro de nuestra condición y Él la limpiará con su sacrificio en la cruz.

La obra perfecta, el alfarero la expone, la imperfecta la trabaja hasta que la despoja de sus imperfecciones o la destruye.

Cada ser humano somos como una pieza de cerámica exclusiva de una colección maestra. Tenemos todos un mismo creador pero no tendremos todos el mismo amo final. ¿Quién es el tuyo?



«¿No podré yo hacer con vosotros como este alfarero, casa de Israel?, dice Jehová. Como el barro en manos del alfarero, así sois vosotros en mis manos, casa de Israel. (Jeremías: 18:6)

Que Dios os bendiga, Alfons <><


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