LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

jueves, 25 de mayo de 2017

UNA BOMBA EXPANSIVA

Dentro de las armas de destrucción masiva, el ego es, sin duda, una de las más mortíferas. Es como una reacción nuclear de fusión fría. (Anónimo)


El ego es una bomba expansiva pues empieza en el corazón y atañe los confines de la tierra porque el hombre suele dar rienda suelta a su hedonismo intelectual a costa de todo y de todos los que lo rodean.

Es curioso que toda aquella palabra que comienza por ego acabe teniendo una connotación negativa: egoísta, ególatra, egocéntrico, etc.. Será que mi yo es un factor de autoestima absoluto y por encima de cualquier otro amor. Por ello dijo Jesús “ama a los demás como a ti mismo” no sea que empecemos por lo contrario y de tanto amarnos a nosotros mismos nos olvidemos de los demás.

El ego es realmente un contrincante de armas tomar para con el amor porque si bien el amor no espera nada a cambio el ego, él no da nada a cambio de su propia autocomplacencia.

Hay efectos destructores que tienden a expandirse de forma natural, el egoísmo es uno de ellos, tan sigiloso como cínico. Cubriéndose de buenas razones atañe el corazón de sus víctimas para hacerles desear lo más despreciable y corrupto, el amor absoluto a sí mismo.

Cuando uno acaba pensando que los demás se equivocan puede estar acertado, o no, pero cuando esta inclinación se transforma en un sentimiento en contra de aquellos que nos aman algo falla. Es el primer síntoma de que nuestro ego se está apoderando de nuestra condición y eso es el principio del fin.

Tenemos que rodearnos de cortafuegos que nos aíslen de los efectos destructores del ego. La humildad, el amor, la obediencia son protecciones que pueden tener su efecto pero ninguna es tan eficaz como el temor de Dios. Porque el temor de Dios nos pone en nuestro lugar, pequeñitos, diminutos pero preciados por nuestro Padre. El temor de Dios nos obliga a humillarnos ante Él para descubrirnos a nosotros mismos y despojarnos de nuestro hábito secular. El temor de Dios tendría que ser una condición sine qua non en nuestra vida cotidiana, como el aire que respiramos. Si así fuera el pecado menguaría en este mundo.

Pero en lugar de ello nuestro ego nos invita a hacer que los demás nos teman, no sea que se atrevan a retarlo y sacar nuestras vergüenzas a la mirada pública.

Uno de los síntomas más evidentes del ego es la soberbia, esa misma que nos invita a despreciar la opinión de los demás.

El hombre es más humilde vencido que vencedor, es fruto de su ego, nada nuevo bajo el sol. Por ello necesitamos ser derrotados, ser humillados, ser despojados para realizar lo dependientes que somos de nuestro Padre celestial. Muchos son los que se pasan toda la vida negando está verdad y mueren su almas antes que sus cuerpos sin que se den cuenta de lo terrible que esto significa.

6 Pero él da mayor gracia. Por esto dice: «Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes.» (Santiago 4:6)

Los ojos altivos, el corazón orgulloso y el pensamiento de los malvados, todo es pecado.. (Proverbios 21:4)

Que Dios os bendiga, Alfons <><




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