NEGARSE A SÍ MISMO

Mi peor pesadilla es aquella donde me veo pasear sin sombra y el espejo de mi vida se olvida de mi rostro. (Anónimo)

El precio que pagamos por alentar nuestro ego es la carga del orgullo, de la soberbia y de la vanidad, en definitiva la carga del pecado. Son lastres naturales de la condición humana.

Negarse a sí mismo es primero ser consciente de nuestra condición y despojarnos de ella trozo a trozo a través de las enseñanzas de Jesús.

Es más fácil decirlo que hacerlo pues si bien somos capaces de quitarnos algunos harapos de pecado mediante el arrepentimiento sincero también somos tropezadores dos, tres y más veces en la misma piedra.

Negarse a sí mismo es también aceptar que no somos perfectos ni lo seremos nunca en esta vida y con humildad pedirle a nuestro Señor Jesús que nos ayude, nos guíe, nos sustente en momentos de pruebas y aflicción para seguir el camino de santidad.

A menudo pensamos en cómo resolver una situación cuando deberíamos pensar en cómo la resolvería Jesús y seguir su ejemplo.

Negarse a sí mismo es sobre todo hacer que Dios impere en todos los aspectos de nuestra vida. Es ser sal y luz cuando más padecemos las sombras de nuestras propias batallas. Es despojarse de ego para revestirse de sencillez discreción y humildad. Es amar a los demás más que a uno mismo por amor a Dios. Es obedecer a Dios y desobedecer al pecado.

No hay medias tintas a lo hora de definirse como cristiano. Si queremos seguir a Jesús Él nos dijo los pasos a seguir: negarse a sí mismo y tomar nuestra cruz.

¿Quién dijo que la vida en este mundo era un camino de rosas? Yo solo conozco a quién me dijo que la salvación pasa por una sola negación: la nosotros mismos. Es un camino angosto, rodeado por el vacío de la tentación pecaminosa pero es un camino en el que, si nos negamos a nosotros mismos, tendremos a Jesús como guía y eso es para la vida eterna.

23 Y decía a todos:
—Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. 24 Todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará (Lucas 9:23-24)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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