LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

miércoles, 6 de mayo de 2020

TENER SED

Las necesidades son carencia para los necios y camino para los sabios. (Anónimo)

Quién no ha experimentado esa sensación de verano, cuando el sol nos acecha y que nuestra garganta nos reclama aliviar su sequedad. Y quién no tiene ese estimulo placentero recordando el mero hecho de ese líquido fresco que circula por nuestro interior a la hora de tener sed.

La sed es una gana y una necesidad pero no siempre de agua. De verdad, de conocimiento, de sabiduría, de justicia pero también puede ser de venganza, de orgullo, de vanidad.

El hombre es una maquina en constante estado de aridez que precisa de su brebaje diario para poder mantenerse vivo.

Claro que en la mayoría de los casos lo atribuimos a la parte fisiológica, a esa necesidad constante de hidratación que precisa nuestro cuerpo.

Pero existe una exigencia mucho más importante y vital que no se refiere a nuestro envoltorio sino a nuestro interior, a nuestra mente, a nuestro espíritu, a nuestra alma. Y si bien parece menos trascendente porque no pone en peligro directamente nuestro cuerpo, es capital para nuestra supervivencia tanto física como espiritual.

Tanto es esta confusión que cuando Jesús habla de del agua de vida que sacia, la gente solo se imagina el liquido que mana de los ríos. Cuando Jesús les exhorta a saciarse de ella sus seguidores no lo comprenden porque no tienen abierto el entendimiento. Solo a sus discípulos, en el principio, les abre los ojos y el espíritu para que asimilen sus enseñanzas.

Esto en el mundo moderno se perpetúa porque mucha gente tiene sed, pero de éxito, de gloria, de abundancias y poca busca saciar a los demás con su amor.

Jesús pone el acento sobre la necesidad imperiosa que tenemos todos de ser capaces de discernir el grano de su amor de la paja de nuestra condición. Insiste que no solo de pan vivirá el hombre sino de toda palabra que emana de Dios.

Y yo pregunto ¿Qué mejor que beber la palabra de Dios para saciar nuestras vidas?

Cuando Jesús resucitó y nos anunció su partida para estar con su Padre nos obsequió con el más bonito e imprescindible regalo para nuestra supervivencia, el Espíritu Santo. Ese mismo que hace que fluyan ríos de amor y de sabiduría en nuestro corazón, en nuestro espíritu, en nuestra alma. Lo que pasa es que muy a menudo consciente e inconscientemente el pecado que mora en nosotros cierra ese caudal de conocimiento en nuestras mentes y las hace impermeables a su efecto bondadoso. Debemos buscar constantemente su presencia, y pedirles sin descanso a nuestro Padre y a Jesús que nos alimenten de Él.

El Espíritu Santo es como el aire, no se ve, solo se notan sus efectos y por ello debemos orar porque su presencia en nuestras vidas sea cada día más preponderante. De esta forma, aunque tengamos la sed que el sol nos provoca, dejaremos de sentir la sequedad de nuestro espíritu para saciarnos con las enseñanzas y el amor de Jesús. No hay mejor brebaje para nuestra salud tanto espiritual como física. Amen


Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. (Mateo 5:6)

Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. (Juan 6:35)

13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; 14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. (Juan4:13-14)




Que Dios os bendiga, Alfons <><

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