LA CEGUERA

Maestro y alumno paseaban por los jardines de la sabiduría cuando el alumno vio un ciego que parecía contemplar el paisaje, y preguntó.

• Maestro, ¿por qué algunos hombres nacen ciegos y otros no?
• ¿Por qué eres rubio y este hombre moreno?
• No lo sé maestro pero así es más fácil reconocernos, además sería aburrido si todos tuviéramos el pelo del mismo color. Pero no ver, eso otra cosa, y mucho más seria.
• ¿Quién te ha dicho que no ven?
• Son ciegos
• ¿Qué crees que está haciendo este hombre, joven.
• La verdad es que parece que está contemplando el paisaje, pero eso es imposible.
• La ceguera es un reto, tanto para el que la vive como para el que la observa. ¿Qué sería el día sin la noche, el ruido sin el silencio, el bien sin el mal?
• ¿Quiere decir, Maestro que los que ven justifican que haya gente que no ve?
• Sería un atajo demasiado fácil y engañoso pero es verdad que nuestra conciencia de ver, pasa por el hecho de que nos percatamos, a través de los ciegos, de que podemos perder esta facultad. En la vida hay muchas cosas que no se explican por las consecuencias que las generan sino por la voluntad de quien las crea.
• ¿Y quién es maestro?
• Nuestro creador
• ¿Son fruto del pecado pues?
• No, joven, no todas las pruebas a las que nos enfrentamos son fruto del pecado, menos cuando una persona nace ciega. ¿Qué culpa ha causado al nacer?
• Pues nacemos todos con el pecado original heredado
• Tienes razón, y en su debido momento se manifiesta en cada uno de nosotros pero la consciencia es un factor esencial del que carece aquel que acaba de nacer.
• ¿Entonces por qué maestro?
• Acuérdate, joven, de las enseñanzas de tus maestros y ancianos. El “por qué” es una pregunta trampa e inútil. Pues no seríamos capaz de entender su significado, mas el “para qué”, sí que es de suma relevancia e instructor a nuestras consciencias. Para la gloria de Dios.
• No lo entiendo maestro.
• Esta es la clave de tropiezo de la humanidad, querer estar a la altura de Dios. Para entender esto, joven, tendríamos que tener una mente infinita, y no la tenemos, un corazón puro, y no lo tenemos. El gran principio de la sabiduría es ser consciente de aquello que no está a nuestro alcance y respetarlo. No podemos ni debemos pretender ser aquello que no alcanzamos entender, es vanidad de vanidades. Cuando viene de Dios acéptalo y lo entenderás cuando Él lo considere, no cuando tú. ¿Y sabes lo mejor joven? 
• ¿Qué maestro?
• Que un día le entenderemos todo, para la gloria de Dios.

Hablando se habían acercado al ciego y el maestro le preguntó:

• ¿Qué tal buen hombre, qué está disfrutando en este apacible fin tarde de otoño?
• La puesta de sol, maestro, que acaricia mis mejillas con su dulce calidez. Acompañada por el canto de los pájaros y el murmullo de los arboles que sueltan hoja tras hojas para tapizar el camino es como una sinfonía otoñal.El alumno miro a su maestro sorprendido, mientras este le dedicaba una sonrisa cariñosa.
• Ves, joven, ha visto más él que tú y yo juntos. ¿Quién es el ciego ahora?

Y continuaron su paseo por el jardín disfrutando del atardecer.

4 Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella. (Juan 11:4)

6 «Yo, Jehová, te he llamado en justicia y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones, 7 para que abras los ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a los presos y de casas de prisión a los que moran en tinieblas. 8 ¡Yo, Jehová, éste es mi nombre! A ningún otro daré mi gloria, ni a los ídolos mi alabanza. 9 He aquí, ya se cumplieron las cosas primeras y yo anuncio cosas nuevas; antes que salgan a luz, yo os las haré saber.» (Isaías 42:6-9)
Que Dios os bendiga, Alfons <><

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