LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

viernes, 31 de mayo de 2019

ESPERANDO

La paciencia es al saber esperar lo que el viento a la vela, sin el primero no hay segundo que valga. (Anónimo)
Qué de difícil es esperar cuando uno está desesperado. Y tenemos motivos para estarlo porque a cada día que pasa, cuanto más sentimos y vivimos que no somos de este mundo, no. Pero no debemos dejar que nuestro anhelo por ver llegar el día de la promesa, el día de su llegada, nos intranquilice cuando debería ser exactamente lo contrario.

Bien es verdad que cuando pienso no solo en todo lo que ve a su alrededor, sino también todo aquello que le afecta directamente como tentaciones del mundo, le inunda un gran pesar.

Caemos, y volvemos a levantarnos, lloramos y volemos a reír, nos rendimos y volvemos a luchar. Es nuestro pan de cada día.

¿Quién ha dicho que la vida de un cristiano es un camino de rosas? ¿Acaso lo fue para Jesús? y Él era perfecto.

Cuando uno está en un túnel, y no conoce su alcance, busca ansiosamente la luz que anuncie su final. Y si no la ve su obligación es avanzar hasta que la vislumbre porque de lo contario nunca la verá. Lo mismo pasa con nuestras vidas. No sabemos cuándo vendrá el Señor pero es que tampoco sabemos si nos presentaremos ante Él previamente. Estamos en ese túnel en el que sabemos que hay una luz al final pero que no nos indica a qué distancia está. Pero sí tenemos un candil que guía nuestros para que no nos perdamos, es la luz impoluta del Espíritu Santo, precioso regalo de Jesús antes de su partida con el Padre.

Es que si todo fuera fácil dónde estaría el merito en conseguirlo.

Y necesitamos ser merecedores de ver la luz de la esperanza de Jesús. No por nuestros meritos, claro está. Pero sí por nuestra fe que hace que nos levantemos a cada caída con el deseo de mejorar, de avanzar hacia ÉL.

La espera siempre es más llevadera cuando se acompaña de acción. Y nuestras vidas están llenas de ella. No de aquella que vemos en las películas con coches, aviones y superhéroes, no. Pero sí con nuestros retos cotidianos que ponen a contribución nuestra capacidad de amar, de perdonar, de avanzar en camino de santidad. Esa senda no es una senda en la que vamos con paso firme, sino una senda llena de nuestras caídas y de nuestras levantadas, y estas últimas siempre tienen que sumar una más.

La firmeza la debemos tener en la fe en Jesús. Porque solo Él puede ayudarnos a ser victoriosos de los retos que nos impone la necesidad de ser pacientes esperando su llegada.

Es increíble lo que uno puede hacer esperando a Jesús. Ser cristiano es estar vivo en un mundo de muertos vivientes y sabemos que, como en las películas, eso no es un reto fácil de conseguir. Jesús nos dio la clave: el amor y la herramienta: la fe. A nosotros de saber hacer buen uso de sus enseñanzas y de su ejemplo.

Lo más bonito de la espera es que sabemos con certeza de su llegada y nos podemos imaginar con gozo el cumplimiento de su promesa. Eso hace que cualquier expectativa al respecto sea motivo de júbilo y no de desesperación.

Amen

16 Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. 17 Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. 18 Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras. (1 Tesalonicenses 4:16-18)
Que Dios os bendiga, Alfons <><

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