LA CREACIÓN

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DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

martes, 21 de mayo de 2019

LA CONTRADICCIÓN

Se puede subir bajando y bajar subiendo es solo una cuestión de velocidad en la contradicción, lo que no deja de ser estúpido. (Anónimo)

¿Cuántas veces nos hemos encontrado en contradicción con nosotros mismos? Y ¿Cuántas más con los demás? Y ¿Cuántas mucho más de los demás?

Eso solo quiere decir que somos humanos y que no por ser coherentes siempre somos consecuentes. Es difícil evitar las contradicciones porque las intenciones no siempre se cumplen pero las acciones sí que pueden fácilmente rebatir nuestra voluntad.

Y cuando esto se refiere al pecado es mucho más frecuente de lo que a uno le gustaría. Quién no ha salido con un propósito de casa y ha acabado cumpliendo lo contrario, ya sea fumar, beber, mentir, cuchichear, etc…

Somos maquinas de contradecirnos, por ello la sabiduría nos invita a ser menos voluntariosos y más cautelosos a la hora de plantearnos nuestros designios.

La cantidad de propósitos o su magnitud no definen al buen cristiano contrariamente a lo que parece. Lo cumplido con el corazón, sí. Aunque que sea ínfimo de repercusiones visibles suele ser máximo de complacencia en nuestro Padre celestial. Porque no estamos llamados a ganar grandes batallas épicas, no. Estamos en esta vida para luchar contra nuestras propias miserias que pudren nuestra alma constantemente y eso actúa como una gota malaya.

La lucha verdadera que los cristianos experimentamos diariamente frente al pecado que mora en nosotros está perfectamente definida por Pablo en Romanos 7. Es una lucha tan absurda como real, tan imposible como verdadera. Nuestras intenciones y la consciencia de nuestras acciones no son suficientes para evitar que pequemos. El mal nos tiene la batalla ganada si queremos luchar de tú a tú.

Por ello es importante ser conscientes de ello y mirar hacia Jesús porque Él es la respuesta, Él ha sido, es y será siempre la única solución a nuestra condición. Él lavó nuestros pecados con su sangre en la cruz, pero eso no nos capacita para emprender en solitario una batalla perdida por el hombre y ganada por Jesús. No, eso nos invita a confiar en Él, a entregarnos a Él, a ampararnos en Él, a buscarlo siempre.

Dios es tan consciente de nuestra debilidad frente al pecado que Jesús nos enseña las grandes lecciones de la vida a través de paradojas. El paradigma de lo que somos. ¿Quieres ser el primero? empieza siendo el último. ¿Quieres ser rico? Entrega todo lo que tienes. ¿Quieres ser libre? Sé siervo de Jesús. Ama a tu enemigo. Y tantas más que son ilustraciones de lo que nuestra vida debería ser.

Hay personas que para no contradecirse caen en barrena manteniendo su supuesto inicial. Es de necios no ser capaz de aceptar nuestro error en lugar de adaptarnos. La contradicción es parte de nuestro atuendo humano. No encerrarse en ella, ese es el reto constante que tenemos. Aceptarla y retarla o dejar que nos venza.

También hay personas que usan de la contradicción como si de una droga se tratara y se complacen en ella y en sus efectos. La perversidad humana es tal que siempre consiguen justificarse con otra contradicción. Estas personas son reos del mal y precisan de nuestras oraciones porque solo Dios puede salvarlos.

La contradicción es un reto cotidiano que nos define como personas tanto para bien como para mal. Saber enfrentarse a él no significa vencerlo, significa buscar a Jesús para que nos ayude a aceptar y remediar sus consecuencias.

14 Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. 15 Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. 16 Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. 17 De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. 18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. 19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. 20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. 21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. (Romanos 7:14-21)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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