LA CREACIÓN

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DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

miércoles, 20 de febrero de 2019

ARREPENTIMIENTO

Todo aquello que me pesa no me es carga, solo me es servidumbre del espíritu. (Anónimo)

Es fácil pedir perdón, más difícil es sentir genuinamente esta necesidad y más difícil todavía es perdonar.

¿Por qué? El arrepentimiento es el causante de todos estos bretes porque si no es verdadero hace imposible actuar. Si no es verdadero hace imposible considerar esa posibilidad. Si no es verdadero imposibilita las bondades del perdón.

Uno tiene que preguntarse con qué corazón emprende el camino del arrepentimiento porque demasiadas veces todavía está colmado de orgullo y vanidad para actuar con sinceridad.

Todos los cristianos sabemos que arrepentirse es el primer paso para el perdón de nuestros pecados pero lo que nos cuesta más es prepararnos para ello porque tenemos la tendencia en pensar que solo es un acto de contrición y nada más. ¿Pero qué sustenta la autenticidad de nuestras intenciones? ¿Los hechos? No, porque no son suficientes, declararse arrepentido no nos faculta para serlo.

El arrepentimiento pasa por varias fases antes de llegar a ser consumido:

· Concienciación de los hechos

· Aceptación de nuestra carga

· Valoración de sus efectos

· Escudriñamiento de nuestro corazón

· Presentación de nuestro pecado ante Jesús solicitándole su perdón

· Pedir perdón a quien hemos faltado además de Jesús si se da el caso

· Voluntad sincera de enmendar lo acaecido

· Obrar en reparación

El arrepentimiento solo puede nacer del respeto a la verdad, no de la nuestra pero sí de la que nos ha enseñado Jesús, la única verdad que es curadora de todo mal.

El arrepentimiento genuino obra más en nuestro interior que en lo visible. Esta es la gran diferencia entre el fariseo y el creyente fiel. Mientras el primero necesita ostentar su presunto arrepentimiento ante los demás para sentirse reconocido el segundo lleva su carga en el corazón y obra en obediencia al Espíritu Santo en discreción y humildad.

No hay arrepentimiento, que se clame en público, del que su difusión tenga bonanzas para su declarante salvo que sea la manifestación del reconocimiento de nuestra condición de pecador ante Jesús. Los demás asuntos nos invitan a obrar en humildad y discreción frente a las consecuencias de nuestros pecados y con la ayuda de Jesús emprender el camino que nos llevará al verdadero arrepentimiento.

A menudo debemos arrepentirnos más del mal que nos causamos a nosotros mismos que del que causamos a los demás pero nuestro orgullo impide que nos concienciemos de ello.

El arrepentimiento no es propiedad del hombre, también Dios lo experimenta en sus obras. Esto debería ser un claro indicativo para el ser humano de que no podemos jugar con un acto que define nuestra condición si más cuando este nos ha sido dado como oportunidad de redención.

Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón. (Génesis 6:6)
Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento. (9:13)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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