LA CREACIÓN

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DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

jueves, 7 de febrero de 2019

CONSCIENCIA O CONCIENCIA

La consciencia de mi conciencia me hace responsable de mi inconsciencia. (Anónimo)

Es difícil encontrar dos palabras tan similares en su escritura y tan sibilinamente diferentes en su definición. Tanto es que a menudo las confundimos o utilizamos sin discriminación. Dicho esto cada una alberga un sentido propio que la hace genuina e irremplazable.

Par trivializar ambos significados podríamos decir que la conciencia es el recipiente el que depositamos nuestros pensamientos mientras la consciencia es una llave de paso reflexiva que abre nuestra mente al discernimiento.

Esto nos permite decir que si bien podemos conversar con la segunda la primera nos sirve para albergar el resultado de nuestras reflexiones y/o experiencias.

Se podría decir que la consciencia hace de los creyentes que sean seres responsables frente a sus actos con todo lo que esto conlleva de obligaciones y ejemplaridad.

Es curioso observar que si bien la consciencia tiene su “ausencia de” plasmada en la palabra “inconsciencia”, la conciencia, ella, no la tiene. No existe la palabra “inconciencia”, como si no se pudiera perder el conocimiento del bien y del mal o el sentido moral o ético. Como si no hubiera recipientes sin fondo o con fugas en nuestra memoria. Creo que es un error muy humano.

Esto permite al ser humano amparase en su inconsciencia para justificar lo injustificable. El mal, es un invitado de lujo en estos asuntos, el pecado lo incita constantemente. Cuando esto sucede, el impenitente, no busca en su conciencia elementos de cordura, mas sí excusas de mal pagador para que lo fíen en su tropiezo.

Todos tenemos un sentido moral y ético, incluso su ausencia es una forma de presencia. No todos tenemos una consciencia espiritual, o no todos deseamos tenerla. Nos obligaría a almacenar en nuestra conciencia las enseñanzas de Jesús y de la Palabra y eso no siempre le conviene a nuestra condición pecaminosa.

El cristiano sabe que todo le es lícito más no todo le conviene. Es decir todo le es permitido, porque goza del libre albedrío de sus decisiones, pero también la consciencia de su conciencia le pone límites a comportamiento. La consciencia responsabiliza a los cristianos y les hace ver que si bien deben vivir en este mundo no son de este mundo. La conciencia, ella, alberga todos los conocimientos de nuestra vida, lo que nos permite enjuiciar y elegir nuestras propias decisiones en base al bien y al mal, frente al pecado.

Cuando emprendemos el camino hacia Jesús vivimos permanentemente entre la consciencia de lo que hacemos o dejamos de hacer y la necesidad de avivar nuestra conciencia cristiana y sus valores. Esto es un camino angosto y duro porque nos pone en evidencia nuestra incapacidad en cumplir los mandamientos de Jesús. Esto sería un desastre para nuestras almas si no fuera por la Gracia de Dios. Por ello no nos conviene caer en pecado de vanidad y sentirnos capaces de ser cristianos perfectos porque eso es imposible. Debemos de ser conscientes de nuestra condición y agradecer sin descanso a nuestro Dios de amor por su misericordia para con nosotros. Solo así albergaremos una conciencia que pueda descansar en la esperanza del Dios viviente, de Jesús. Los del mundo nos llaman ilusos, masoquistas, equivocados y débiles de pensamiento. Esto no debe afectarnos porque el único que nos juzgará es nuestro Señor y salvador y si dio su vida por nosotros fue por amor. Seamos siempre conscientes de ello para que nuestra conciencia se nutra de sus enseñanzas. Amen!

23 Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica. (1 Corintios 10:23)
Bendeciré a Jehová que me aconseja; Aun en las noches me enseña mi conciencia. (Salmos 16:7)
Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. (Hebreos 10:22)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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