LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

viernes, 22 de febrero de 2019

EL BUEN OBRERO

El buen obrero nos es el que construye mucho sino aquel que consigue que sus construcciones perduren en el tiempo. (Anónimo)

¿Qué nos motiva a construir, un proyecto, una familia, un futuro? La necesidad de dejar un legado. Puede ser vanidad o sencillamente nuestra forma de testimonio en esta vida pero la verdad es que el hombre construye y destruye constantemente. Porque si podemos llegar a ser buenos obreros siempre somos mejores demoledores.

Si no fijamos en las obras de construcción, valga la redundancia, precisan de: un arquitecto, unos planos, materiales, un maestro de obras y los obreros que ejecutaran sus tareas. Es imprescindible seguir esta cronología si queremos realizar un edificio que perdure en el tiempo.

Si nos fijamos en las obras del espíritu tenemos un patrón similar:

El gran arquitecto: que digo, el arquitecto perfecto, el arquitecto supremo Dios

Los planos: el propósito de Dios

Los materiales: la creación

Un maestro de obras: Jesús

Los obreros: y aquí es donde la mesa cojea porque los hombres somos a veces buenos obreros y a menudo pésimos ejecutores de obras. Eso sí, si de destruir se trata somos orfebres en la materia.

Nos podríamos preguntar qué hace que un obrero sea bueno y la respuesta, en términos del ramo, es que debe ser una persona con formación, pericia, buenas prácticas y aptitudes que lo habiliten para esta profesión.

En asuntos del espíritu podríamos llegar a constatar un cierto paralelismo:

La formación: tenemos a la Biblia como manual de buenas enseñanzas y ejemplos a seguir y otros de los que huir.

La pericia: es algo innato en los profesionales y en los creyentes también. Es el dominio del Espíritu Santo que mora en nosotros y que nos faculta para aceptar lo infinito construyendo para Él en lo finito. Es aquello que nos hace constantemente pensar en Jesús. Que nos invita sin descanso a seguir sus pasos. Que hace que nuestra mirada se transforme en compasiva y amorosa frente al odio, la envidia, el mal. Que nos empuja a perdonar sin amargura, a amar sin condiciones. La pericia es todo lo que dejamos que el Espíritu Santo haga en nuestras vidas transformándolas a cada paso que damos.

Buenas prácticas: la disciplina cristiana nos invita a ello: la oración, el amor, la humildad, la mansedumbre son buenas prácticas que moldean al buen obrero de la fe. Esta disciplina nos habilita naturalmente a ser testigos de Jesús y de su obra en nosotros.

Aptitudes: uno puede ser negado para dibujar pero, nadie es falto de pensar, de sentir, de escudriñarse. Nuestras aptitudes se construyen en base a todo lo que nuestra consciencia es capaz de encontrar en nuestra conciencia a través del Espíritu Santo.

Entonces ¿por qué hay buenos y malos obreros de la fe? Porque muchos no son conscientes de que somos salvos por la Gracia (de Dios), mediante la Fe (Espíritu Santo) para obras (Jesús) y aquí sí que el orden de los factores altera el producto. Porque no hay obra que nos de más Fe y si así lo consideramos en vanidad pecamos. Sin la Gracia de Dios no estaríamos habilitados a recibir el Espíritu Santo ni a ser considerados dignos de nuestro Creador. El hombre disfruta del libre albedrío, a mí me gusta decir que lo padece porque a menudo somos incapaces de elegir el camino correcto en la senda de nuestra vida, rehusando las enseñanzas de Jesús y los consejos del Espíritu Santo. Nos creemos capaces solos, vanidad de vanidades, nada nuevo bajo el sol. Eso nos define como buenos y malos obreros de la fe.

Cuando vemos en el mundo una composición perfecta que ilustra la capacidad constructora del hombre, como pueden ser los rascacielos interminables que nos recuerdan la torre de Babel, nos maravillamos. Cuanto más deberíamos asombrarnos por lo que somos capaces de realizar en nuestros corazones y construir con y para los demás con el amor como material fundamental de nuestras vidas.

Y les decía: La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies. (Lucas 10:2)
Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo. (Filipenses 3:2)


Que Dios os bendiga, Alfons <><

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