LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

jueves, 14 de febrero de 2019

PEDIR

Triste es pedir pero peor es no saber agradecer. (Anónimo)

Hay que saber pedir para poder recibir y saber agradecer para continuar en Gracia.

Es muy fácil pedir, de hecho es probablemente el pensamiento que más avasalla nuestra mente cuando estamos angustiados.

Pedimos soluciones, pero si no son las que queremos no son soluciones.

Pedimos respuestas pero si no son las que nos imaginamos no son respuestas.

Pedimos ayuda pero si no es la que esperamos no es ayuda.

Incluso pedimos por pedir, sin intentar actuar previamente, buscando la facilidad, la comodidad de la situación obviando que sin esfuerzo no hay recompensa.

Dios nos dice pedir y os será dado. No nos dice lo que se nos será dado porque sabe muy bien, como buen padre que es, que suele haber una dicotomía importante entre lo que Él considera bueno para nosotros y lo que nosotros pretendemos. Es una situación tan vieja como el mundo entre padres e hijos y la repetimos constantemente con nuestro Padre celestial. En la tierra lo llamamos educación porque consideramos importante enseñar a nuestros hijos a estar preparados para lo que la vida les exigirá. En asuntos espirituales Jesús es nuestro maestro y la Biblia el libro de las buenas conductas que debemos emular.

Dicho esto hay algunos padres que no tienen un no para sus hijos, que por laxismo, dejadez, renuncian a darles lo que necesitan para no tener que enfrentarse a los desaires y/o rebeldías de sus hijos. La consecuencia es que crían, educan unos engreídos, egoístas, nihilistas que solo piensan y creen en ellos.

Otros solo tienen un no por respuesta y la consecuencia, si bien diferente, no por ello es mejor. Porque generan unos hijos inseguros, rebeldes, amargos y sedientos de revancha sobre la vida que han padecido.

Entonces probablemente la respuesta está en el equilibrio del sí y del no basado en el interés de la criatura por encima de sus propios deseos pero con la mirada puesta en su futuro. Una respuesta que siempre debe estar guiada por el amor.

Y si esto los humanos somos, tanto como sea posible, lo intentamos que menos hará nuestro Padre celestial quien nos ama con pureza.

Cuando somos niños, actuamos como niños y se nos educa como tales pero ¿y cuando somos adultos? La consciencia de nuestra conciencia nos debería invitar a saber pedir en lugar de tentar a Dios con nuestras peticiones. Por ejemplo qué cristiano nunca ha pensado: Señor si esto me lo das, me portaré bien, o haré tal o tal cosa. Esto no es pedir es un intento burdo, pero intento, de chantaje. Y me declaro primero culpable de ello.

Aunque nos defendamos de ello somos mucho más conscientes de lo que pedimos que lo que pretendemos y cuando pedimos sin consideración es un alegato que nos empobrece espirituamente. Debemos aprender a saber pedir aquello que realmente pensamos necesitar defendiéndonos de nuestros impulsos y de nuestra condición. Solo así nos prepararemos justamente a saber recibir.

No hay buen padre que le niegue una respuesta a su hijo pero sí hay muchos hijos que rechazan lo que no quieren oír.

El acto de pedir no es fructífero sin su clausura final, el agradecimiento.

Tenemos un tal afán en pedir que difícilmente nos paramos para agradecer. Y si lo que hemos recibido no es lo que hemos pedido entonces la ingratitud está al orden del día. Es ciclo infernal en el que solemos recrearnos constantemente, todos.

El caer no es importante, volver a levantarse sí. Saber pedir es importante pero sin el agradecimiento perdemos todos los beneficios de lo que hemos recibido.

Hay quien basa su fe en la respuesta a sus peticiones. Eso no es fe, es una esperanza estéril y engañosa. La fe te hace ver que aquellas respuestas que no deseabas son, a veces, las que más necesitabas y por ello te inclina a estar siempre agradecido.

Es importante saber que si no recibimos lo que pedimos es porque, o no era el momento adecuado, o no era la petición oportuna. No nos olvidemos nunca que cuando hablamos con Dios su respuesta nunca es equivocada mientras nuestra pregunta suele serlo.

Aprendamos en nuestro día a día a pensar en lo fundado de nuestras peticiones y sobre todo seamos agradecidos constantemente a todo lo que Dios nos da porque Dios es amor y todo lo que emana de Él es para bien.

¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? (Lucas 11:11)
Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. (Mateo 7:8)


Que Dios os bendiga, Alfons <><

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