LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

jueves, 7 de marzo de 2019

AYUDA

No necesito ayuda, ni tan solo para saber si la necesito. (Anónimo)

¿Quién no ha necesitado ayuda en un momento u otro de su vida? ¿A quién recurrimos cuando esto nos sucede?

Es fácil negar la necesidad de ayuda pensando que somos capaces de solventar la mayoría de las situaciones a las que nos enfrentamos. Más difícil es saber cuando la necesitamos y apelar a ella.

¿Por qué?

Por falta de discernimiento y exceso de orgullo en la mayoría de los casos. Nada nuevo bajo el sol y sino que quien no ha experimentado esta situación tire la primera piedra.

Lo interesante es ver a quién recurrimos cuando la situación es tan exigente que no nos deja alternativa: A nuestros allegados, a nuestros amigos, a nuestros tutores, a aquel o aquella que consideramos es el/la única persona apta para ello y en último lugar siempre o casi siempre a Jesús o a Dios.

Y es curioso pero este orden suele ser tanto el de los creyentes como el de los no creyentes. Y si bien algunos creyentes pueden argumentar que en su caso no es así la mayoría debemos reconocer que es lo que sucede. Y si bien los incrédulos se defienden de suplicar a Dios en última instancia, la realidad es que en muchos casos, a la desesperada, sí que recurren a Él, por si acaso.

Las pruebas son un reto constante a nuestra capacidad de saber pedir ayuda pero lo que menos consideramos es que el éxito también requiere ayuda, y si cabe todavía más que las pruebas. Porque el orgullo, la vanidad son males de los que somos incapaces deshacernos por voluntad propia. Necesitamos ayuda, o más importante todavía necesitamos ser conscientes de que necesitamos ayuda.

Los tropiezos suelen ser más fuertes cuando somos azotados por lo bueno que por lo malo.

Lo malo nos obliga a buscar soluciones, lo buena nos hace creer que nosotros somos la solución. Lo malo rebaja nuestro ego, nuestra condición a su justo nivel, lo bueno nos hace creer que estamos por encima del bien y del mal.

Esto es una de las razones principales por la que somos probados constantemente por amor. Para que nos conozcamos a nosotros mismos tal y como somos en realidad. El peor castigo sería dejarnos creer que somos lo que nos somos. Lo observamos a lo largo de toda la historia de humanidad, raramente un gobernante con poder absoluto ha sabido mantener cordura en su administración. En la Biblia, Reyes nos describe un montón de ellos con este tipo de estigma. Incluso aquel que pidió sabiduría a Dios, Salomón, sucumbió al pecado.

El pecado es una lacra propia de nuestra condición. Nos tienta constantemente y nos invita a seguir su camino de perversidad con tal perfidia que no nos percatamos de ello hasta que estamos bien avanzados en su senda. Por ello necesitamos la ayuda de Jesús constantemente. Por ello siempre debe ser Dios el primero a quién acudamos para pedir ayuda. Porque somos débiles en la carne pero fuertes en Jesús. El Espíritu Santo es el baluarte de nuestra mente y nuestra fe se alimenta de Él.

No es denigrante pedir ayuda, todo lo contrario muestra la nobleza humilde de nuestro corazón, de nuestra mente, de nuestro espíritu.

También hay que tener juicio a la hora de pedir auxilio porque no todo exige apoyo, también debemos ser capaces de actuar y resolver aquello que podemos porque estamos llamados a ser sal y luz de este mundo y nuestro discernimiento debe ser el motor de nuestro comportamiento. No hay mejor ejemplo que aquel que actúa con cordura cuando puede y se remite a Jesús cuando debe.


23 Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; 24 Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno. (Salmo 139:23-24)
Que Dios os bendiga, Alfons <><

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