LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

miércoles, 27 de marzo de 2019

LA ROCA

En el océano desbocado de mi vida solo la roca firme me es refugio. (Anónimo)

Si nos paramos a mirar a nuestro alrededor lo que más impera es el mal en todas sus facetas. Guerras, pobreza, injusticias, enfermedades, etc…

Miremos donde miremos, a nuestros allegados, o a lo más remoto de la tierra, la desolación y el dolor predominan poniendo de manifiesto la esencia de la condición humana, el pecado.

No es de extrañar que cuanto más nos percatamos de ello, lo hijos de Dios, menos nos sentimos partícipes de este mundo. A cada día que pasa, más siento que no soy de este mundo y más se marcan en mi corazón las palabras de Jesús en su oración cuando dice que si bien no somos de este mundo en él debemos vivir para santificarnos en la verdad.

El hombre solo puede ver por contrastes. La luz se revela en las tinieblas, el bien se manifiesta rodeado de la maldad, la palabra rompe el silencio. De esta misma forma nuestra necesidad de salvación tiene como principio el pecado original. El hecho que seamos finitos nos obliga a poner límites para definir el cambio de estado de las cosas.

Pero no es fácil, por no decir imposible sobrevivir en este mundo, conscientes de las barbaries que en él suceden, si no tenemos un refugio en el que descansar. Cuando la mar arrecia y amenaza con engullirnos, la Roca que es nuestro Dios, domina los océanos y nos invita a descansar en ella. Nos permite recuperar fuerzas y darnos ánimos para volver a surcar en medio de la tempestad acérrima que es esta locura mundo.

Nuestra sociedad es una paradoja destructora, cuanto más conocimiento engulle menos sabiduría expresa. Los valores se desmoronan testificando de nuestra decadencia: la familia cede al ego, la educación induce a la ignorancia, el respeto se transforma en insolencia. Y todos bailamos al unísono en esta danza mortal para el alma.

Somos como rosas del viento que por muy preciosas que puedan parecer, si las toca el mar, vuelven a su estado primario, un puñado de arena.

No tenemos firmeza, no tenemos resistencia, no tenemos aguante porque somos débiles por mucho que fanfarroneemos de lo contrario. No somos capaces de resistir los envites de este mar enfurecido que destroza todo lo que toca a cada oleada cuanto más.

Necesitamos refugio porque no todas las batallas son nuestras y menos aquellas que no somos capaces de ganar. Hay batallas cósmicas de las que la tierra es el escenario y en las que somos, espectadores, actores segundarios y/o títeres sin cabeza. Batallas entre el bien y el mal, entre la verdad y la mentira, entre el verbo y la perfidia. Esto lo sabemos porque la Biblia nos lo dice, nos lo precisa, nos lo advierte. Y no se sabe de ningún peón que haya tumbado de por sí solo al rey en un cuadro de ajedrez y nosotros somos meros peones en esta guerra. Eso sí, muchos caerán antes de la victoria final.

Necesitamos la roca de la esperanza y de la promesa para vivificar nuestras vidas y poder aguantar este lagar cada vez más putrefacto que llamamos mundo. Gracias Señor por ser nuestra roca, nuestro amparo, nuestra única esperanza. Gracias Señor por amarnos más allá de nuestra condición. Gracias Señor por el sacrificio en la cruz que nos ofreciste a precio de sangre.

Eres mi ROCA y contigo, y en ti, nada temeré.

14 Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 15 No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. 16 No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 17 Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. 18 Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. 19 Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. (Juan 17:14-19)
En Dios está mi salvación y mi gloria; En Dios está mi roca fuerte, y mi refugio. (Salmo 62:7)
7 Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; 8 pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. 9 Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él. (Apocalipsis 12:7-9)


Que Dios os bendiga, Alfons <><

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